'De la vida mía', las memorias del pintor Miquel Barceló
- El aprendizaje de toda su carrera queda plasmado en esta biografía del artista Miquel Barceló, De la vida mía
- Su infancia, su vocación, sus viajes, la vida en Mallorca, París y África son algunos de los episodios tratados
Miquel Barceló es el artista español vivo más cotizado, un título prosaico que posiblemente le importe más bien poco. Su cuadro Faena de muleta (1990) se remató con un precio récord de 3,9 millones de euros en la casa de subastas Christie’s de Londres, desbancando así del podio a Antonio López. Pero esos detalles económicos conciernen sobre todo a los marchantes; a este mallorquín nacido en Felanitx en 1957 solo le importa pintar. El peso de su vocación queda reflejado en la recién publicada biografía De la vida mía (Galaxia Gutenberg), en la que Barceló narra en primera persona su relación con el arte.
«La pintura está ligada a la infancia», comienza a contar en el primer capítulo. «Seguramente sea cierto que aprendemos lo importante antes de los diez años. Tengo la impresión de que, en pintura, a los diez ya había hecho casi todo lo que luego he rehecho y sigo rehaciendo. En Mallorca aprendí el nombre de los árboles, los peces, los pájaros.»
Los referentes de Barceló
En De la vida mía el artista habla por primera vez de un modo íntimo de infancia, sus padres, su Mallorca natal, su relación con el mar, con los animales, con la creación. Dice que pinta, nada y lee desde que tiene memoria. A lo largo de los capítulos aparecen sus amigos, sus admirados, la fascinación por África y por el arte prehistórico. Sus distintos talleres en París y Mali. Su relación con la pintura, la escultura, la cerámica. Su reflexión sobre los trabajos monumentales en la Catedral de Mallorca, en la sede de la ONU en Ginebra, en la Biblioteca Nacional de París.
Curiosamente, el libro ha sido redactado en francés, un idioma que el artista siente como propio después de tantos años de residencia compartida entre París y Mallorca. Ha traducido el texto Nicole d'Amonville Alegría. La razón para la elección del idioma quedó resumida con humor en la presentación de las memorias: «Cuando escribo en catalán o español me doy cuenta de que es una mierda, en francés no».
“Soy un buen lector, y no tengo pretensiones de escritor“
Todo el que conoce a Barceló destaca tres cosas de su personalidad: su capacidad infatigable de trabajo (los de su generación mencionan que cuando salían de noche solo faltaba Miquel, que se quedaba en el taller pintando), su carisma y su buen ojo lector. Él lo confirma; así como en la escritura se siente en arenas movedizas, como lector está seguro de lo que le gusta. De pequeño pasó muchas horas en la biblioteca de Felanitx. «Soy un buen lector, y no tengo pretensiones de escritor.»
Este collage memorialístico incluye fotografías, imágenes, notas de sus diarios, fragmentos dispares escritos en tránsito, durante los viajes. Hay un párrafo que recuerda a un maestro de su infancia, el sr. Rosselló, que además de enseñarle a pintar le recomendó que leyera a Kafka. Un listón muy alto, que a él le sirvió para seguir buscando, para «intentar saciar esa sed».