Salud mental y VIH, una difícil combinación
- Jesús Cisneros, seropositivo, afirma que lo más complicado tras el diagnóstico es “hacerte creer a ti mismo que no te vas a morir”
- Arancha Barreiro, con VIH, asegura que el estigma social persiste pese a los avances médicos
El anuncio de una enfermedad como el VIH supone un tsunami emocional para quien lo recibe. Desde el momento del diagnóstico hay una reacción de estrés y ansiedad, que se acompaña de incertidumbre ante el futuro. La ausencia de suficiente información, aún hoy, hace pensar que el diagnóstico de VIH positivo es una sentencia de muerte. “El tramo más difícil es hacerte creer a tí mismo que vas a estar bien, que no te va a pasar nada y no te vas a morir”, afirma Jesús Cisneros, seropositivo, en ‘De Seda y Hierro’.
“Estuve mal casi un año “
Este joven de 26 años afincado en Gijón, se enteró de que tenía VIH 5 años atrás, cuando se realizó unas pruebas para dejar de usar el preservativo en sus relaciones sexuales. “Lo primero que hice al salir de la consulta médica fue llamar a un amigo que también tiene VIH para saber qué iba a pasar, luego busqué por internet centros donde me pudiera asesorar y hablé con mi hermano”, cuenta Jesús. Ahí empezó lo que él llama “el caos”, esa inestabilidad psicológica que lastra cuanto rodea al paciente y que pone en peligro su salud mental y también la evolución de la enfermedad. “Estuve bastante mal casi un año y luego fui remontando poco a poco”, explica Jesús.
El papel de la red de apoyo
Tejer una red de apoyo es fundamental para salir del pozo. Disponer de familiares y amigos que te acompañen en el viaje anímico de un diagnóstico como el del VIH es muy importante para el bienestar mental y emocional del paciente. Jesús lo sabe bien. Su madre, Idalina Andrade , descubrió que su hijo se había infectado tras ver un informe médico de manera fortuita. “No me pude contener, me puse a llorar y mis palabras fueron: estoy contigo en las buenas y en las malas. Pase lo que pase tienes el apoyo de tu madre”, recuerda emocionada Idalina en ‘De Seda y Hierro’.
“Decidí que quería ser voluntario“
Para Jesús fue fundamental la ayuda recibida del Comité AntiSIDA de Asturias. Allí fue donde se dirigió para buscar la información que no tenía y, tras hablar con un psicólogo, “decidí que quería ser voluntario”. Una de sus tareas dentro de esta organización es asesorar a los nuevos positivos e ir a dar charlas por distintas localidades asturianas informando sobre los posibles efectos de la enfermedad y cómo prevenirla. En la furgoneta de la organización asturiana, Jesús realiza pruebas rápidas que detectan la presencia de anticuerpos frente al VIH. Además de ofrecer este servicio, se dedica a informar a quienes se acercan con dudas: explica en qué consiste el VIH, cómo se diferencia del SIDA, las formas de transmisión y las medidas necesarias para prevenir la infección. Su labor no solo proporciona resultados inmediatos, sino también conocimiento y herramientas para combatir la desinformación.
Los falsos mitos que envuelven el VIH
Mientras conversa con un amigo durante el programa ‘De Seda y Hierro’, Jesús le cuenta que aún existe la creencia de que el VIH está asociado a determinados colectivos. Esto conduce, lamentablemente, hacia la discriminación. Otra losa psicológica, la del estigma, contra la que luchan los seropositivos y que les genera más problemas en su salud mental.
“Está el discurso de la gente joven pero la gente no tan joven es la que está dando los nuevos positivos”, asegura Jesús. De hecho, -continúa- “de los 58 nuevos casos en Asturias detectados el año pasado, la mayoría son mayores de 35 años”. Pero a pesar de los datos, la sociedad sigue considerando que si tienes conductas ‘inadecuadas’ o perteneces a un grupo determinado, tienes más papeletas de contraer el virus. Un estigma contra el que luchan personas como Jesús y agrupaciones como el Comité AntiSIDA de Asturias.