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Objetivo Igualdad

Edurne Pasaban: “He sido madre a los 43 años y no lo cambiaría”

  • La alpinista fue la primera mujer en culminar los 14 ochomiles que hay en la tierra
  • Fue de las primeras deportistas de élite en hablar de suicidio y ahora es emprendedora y conferenciante

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Edurne Pasaban en la celebración del centenario de la Federación Vasca de Montaña, en octubre de 2024
Edurne Pasaban en la celebración del centenario de la Federación Vasca de Montaña, en octubre de 2024. Foto: EMF

*Objetivo igualdad, domingos a las 14:40 en Canal 24 horas y en RTVE Play

Con las cumbres de los 14 ochomiles alcanzadas, un hijo, un negocio familiar… La alpinista Edurne Pasaban (Tolosa, 1973), ya retirada del deporte de élite, dedica la mayor parte de su tiempo a dar conferencias y a formar equipos. Aparte de sus logros deportivos, con 31 años padeció una fuerte depresión con un par de intentos de suicidio. En Objetivo igualdad hemos hablado con ella sobre su recorrido y las enseñanzas que ha aprendido en la vida.

PREGUNTA. ¿Cómo empezaste en el mundo de la escalada?

RESPUESTA. A los 14 años, yo me encontraba en un momento como mujer, como chavala, en el que no encajaba dentro de una sociedad a la que le importaban otras cosas. A mis amigas les gustaba ir de conciertos, los chicos, la ropa, y a mí eso no me llamaba la atención, veía que no encajaba. 

Por casualidad, me apunté en un curso de escalada en un club de montaña, con dos de mis mejores amigas, y encontré en la montaña un entorno en el que me respetaban y me valoraban, aunque era totalmente masculino.

P. ¿Cómo vivías como mujer la montaña de alto nivel?

R. La primera vez que voy a montañas de 8.000 metros tenía 24 años, a la cara norte del Everest. En el campo base podría haber unas 100 o 120 personas entre gente local, sherpas y expedicionarios que veníamos de otros países. Era la única mujer que había.

La primera vez que fui al Everest me di cuenta de que el camino a recorrer en un mundo tan masculino iba a ser difícil

Lo primero que te dicen es ‘qué es lo que haces aquí’, o ‘quién te ha traído a esta aquí’. A mí me llamaba mucho la atención y decía que era injusto, porque a mi lado, y en mi misma expedición, había una persona que tenía la misma edad que yo, pero era varón, y nadie le juzgaba o le ponía en entredicho. Ahí ya me di cuenta de que el camino a recorrer en un mundo tan masculino iba a ser difícil.

También tengo que decir que durante muchos años he escalado con Al filo de lo imposible, un programa de TVE en el cual siempre me respetaron. He tenido la suerte de tener muy buenos amigos que además me han empoderado para seguir.

P. Has sido de las primeras deportistas de élite en hablar de salud mental.

R. Con 31 años, estaba en lo mejor y mi trabajo estaba muy reconocido. De repente, me encuentro en una sociedad que te dice que tienes que casarte, a qué te vas a dedicar en tu vida, porque de la escalada no vas a vivir. 

Mis amigas se casaban y empezaban a tener hijos y me di cuenta de que estaba fuera de todo eso y personas de mi familia me metían la puntillita. Eso hizo que yo cayera en una depresión supergrande, porque me decía ‘qué estoy haciendo con mi vida’. Pero lo más duro de todo esto es que a mi alrededor, nunca preguntaban eso a los hombres que iban en mis expediciones. Estaban casados, tenían hijos y nadie les cuestionaba si su mujer daba a luz cuando ellos estaban en una montaña de 8.000 metros.

El ‘se te va a pasar el arroz’ no es cierto, la sociedad y el mundo han cambiado

P. ¿Cómo saliste de la depresión?

R. Me costó un año y medio empezar a ver la luz de ese agujero oscuro y de la depresión. Ese ‘se te va a pasar el arroz’ que me había dicho mi abuela 80 millones de veces, me di cuenta de que no era así. Nuestra sociedad ha cambiado, el mundo ha cambiado, hay momentos para todo en esta vida. He sido madre a los 43 años y no cambiaría nunca nada, porque estaba preparada para tener un hijo, habiendo hecho lo que he querido y lo que a mí me apasionaba, que era la montaña.

P. ¿Cómo es tu vida laboral ahora sin la montaña?

R. Me di cuenta de que me gustaba comunicar y de que conocía bien el mundo de la empresa, porque vengo de una familia de empresarios. Vi que podía ayudar con todo lo que había aprendido en el Himalaya: trabajar en equipo, liderar equipos, gestionar la incertidumbre, tener la capacidad de adaptarnos a los cambios… Entonces me formé como coach y empecé a dar conferencias en empresas. 

Aparte, tengo alguna actividad de turismo. He vuelto a la empresa familiar. Ahora me siento en la mesa de un consejo con mi padre y creo que lo que siente es: “Mi hija ha vuelto”.

No tenemos que correr en esta vida. A veces, las mujeres queremos correr demasiado y ser perfectas en todo. Creo tenemos que disfrutar de cada etapa. En mi caso, de deportista, de ser madre, de ser emprendedora, porque la vida es muy corta y hay que aprovecharla lo mejor posible.

En el mundo del deporte, todavía queda muchísimo trabajo por hacer a nivel directivo y de federaciones

P. ¿Qué legado te gustaría dejar?

R. Una de las cosas que más me gusta hacer en mis conferencias es poder hablar con mujeres, darles las herramientas para creer en ellas. Algunas veces, me encuentro que cuesta encontrar mujeres en ciertos ámbitos. Por ejemplo, en el mundo del deporte, ahora se empieza a equiparar el deporte femenino y el masculino. Pero a nivel directivo, de federaciones, todavía queda muchísimo trabajo por hacer. Me gustaría ser una persona que impulsa el cambio y que cuando mi hijo, que ahora tiene siete años, tenga mi edad, todo esto no sea así.