El gran enigma: ¿qué nos diferencia mentalmente de la especie animal?
Noticia Documentos TV
- La ciencia desvela la habilidad específicamente humana que nos ha permitido una evolución excepcional
*Documentos TV, nuevos programas los jueves a las 23:45 horas en La 2 de TVE y en RTVE Play
¿Cómo se explica que nuestros antepasados hayan conseguido el incuestionable liderazgo evolutivo en comparación con las especies animales? Científicos de todo el mundo responden a esta pregunta en el documental titulado El gran enigma.
Los investigadores han estudiado y comprobado que la diferencia no radica en capacidades, atribuidas en principio exclusivamente a los humanos. Incluso han demostrado que algunas de ellas están más desarrolladas en la especie animal. Después de muchos estudios, la ciencia ha resuelto el enigma que parecía resistirse a ser descifrado.
¿Está la diferencia en la inteligencia?
De todas las especies animales que pueblan la Tierra, solo el Homo sapiens domina al resto. Desde siempre, hemos pensado que éramos los únicos seres racionales del planeta.
Por eso, los científicos “nos hemos fijado en una serie de aspectos para definir lo que nos hace humanos, como el intelecto, la inteligencia, la cultura y las barreras que nos separan de otras especies”, explica Penny Spikins, profesora de Arqueología de los Orígenes Humanos de la Universidad de York. Pero la novedad es que “esas razones están perdiendo consistencia”, añade. Es el caso de la inteligencia.
La ciencia ha pasado a reconocer que los humanos no son los únicos seres vivos con esa capacidad. “Si la pregunta es si los chimpancés son inteligentes, la respuesta es sí”, asegura el investigador de Primatología de la Fundación MONA de Gerona, Dietmar Crailsheim.
Según los estudios, estos animales no solo son capaces de memorizar ciertas actividades, sino también de aprender y de aprender de sus propios errores. El uso de herramientas es un claro indicio de inteligencia.
El macaco cangrejero utiliza piedras para romper las conchas de los moluscos. Y entre los cetáceos, por ejemplo, Audra Ames, investigadora científica de la Fundación Oceoanogràfic de Valencia, afirma que “las ballenas dentadas son capaces de utilizar herramientas, como vemos en los delfines mulares, que utilizan esponjas para investigar en el fondo marino”, señala.
Apoyada por amplios análisis, la ciencia ha demostrado que la diferencia entre los seres humanos y los demás animales no radica en la inteligencia. “Lo cierto es que muchos animales son más inteligentes que nosotros en diversos aspectos”, concluye Spikins.
¿Se trataría de la capacidad mental?
Otra de las capacidades atribuidas a la especie humana y estudiada concienzudamente por la comunidad científica a la hora de comprender la evolución humana frente a la especie animal ha sido la capacidad mental. Se la define como aquella habilidad para llevar a cabo tareas con precisión, eficacia y conocimiento.
Hasta hace poco, la ciencia no consideraba que los animales poseyeran conocimiento y se suponía que todo era instinto.
“Las aves son capaces de realizar tareas muy complejas que requieren aprendizajes y entrenamientos muy complicados. Algo que no sería posible sin una gran capacidad mental“
Sin embargo, son muchas las habilidades y los comportamientos en diferentes especies animales que echan por tierra esa creencia. “Las aves son capaces de realizar tareas muy complejas que requieren aprendizajes y entrenamientos muy complicados”, explica la ornitóloga y naturalista Yanina Maggiotto. “Algo que no sería posible sin una gran capacidad mental”, prosigue, mientras describe el gran número de habilidades que exhibe, por ejemplo, un águila cuando caza.
Maggiotto explica que esta ave decide volar en una dirección concreta en la que tiene que enfrentarse a eventos imprevisibles como ráfagas de viento y remolinos y que, para ello, utiliza de forma muy precisa las alas y la cola. A la vez, busca la presa y, una vez localizada, el águila calcula las posibilidades de éxito, la distancia y la velocidad de la presa, sus posibles vías de escape y, en cuestión de segundos, decide cómo y dónde atacar.
“Esta exhibición requiere conocimientos y una destreza mental excepcional. Ningún águila es capaz de hacer esto nada más abandonar el nido”, manifiesta la ornitóloga. Dominar estas técnicas complejas y saber ejecutarlas no es solo una habilidad nuestra, con lo que la capacidad mental tampoco determina la diferencia abismal que nos separa de los animales.
La apuesta por la cultura
La ciencia apuntó entonces a la cultura, entendida como el conjunto de costumbres, conocimientos o estilo de vida que se transmiten de generación en generación. ¿Podría ser este aspecto el punto de inflexión que nos hace únicos?
Es evidente que algunas acciones como comer, dormir o mantener relaciones sexuales son meramente naturales. Pero, la forma de ejecutarlas la aprendemos de nuestros antepasados y se la transmitimos a nuestra siguiente generación. “Y ahora sabemos que los chimpancés y otros animales también lo hacen”, afirma categóricamente Felipe Fernández-Armesto, profesor de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Notre Dame.
“Muchas especies animales adiestran a sus crías para enfrentarse a la vida y esto es cultura porque implica enseñar y heredar conocimientos“
La biología ha demostrado que “muchas especies animales adiestran a sus crías para enfrentarse a la vida y esto es cultura porque implica enseñar y heredar conocimientos”, sostiene Sergio Girona, experto en Biodiversidad y Ecología Evolutiva de la Universidad de Valencia.
Existen ejemplos curiosos que refuerzan esta teoría, como es el caso de las nutrias marinas. Las de California utilizan piedras para romper las conchas de los moluscos, algo que no hacen las nutrias de Alaska.
Fernández-Armesto considera que “estas diferencias son clave para entender que estamos hablando de especies culturales que hacen las cosas de forma diferente en entornos diferentes porque han aprendido esas tradiciones de sus antepasados”. Si los científicos ya han descartado que sea la inteligencia, la capacidad mental o la cultura, ¿qué es, en realidad, lo que nos hace únicos? ¿Quizás, la imaginación?