Terapias caninas para tratar el Alzheimer, la depresión o el Parkinson. ¿Cómo funcionan?
- Son numerosos los ámbitos donde ya se ha demostrado la efectividad de las terapias asistidas con perros de mano de un equipo multidisciplinar
- Tu perro se alegra al verte y sabe poner cara de pena…. y tiene una explicación científica / Especies invasoras que están acabando con nuestro ecosistema
Los perros, además de nuestros mejores amigos, pueden ser unos grandes aliados terapéuticos.
Los efectos beneficiosos del contacto con animales son conocidos desde hace mucho tiempo pero no fue hasta el siglo XX cuando empezó a hacerse un uso más estructurado y científico de los animales en terapia.
“En el siglo V a. C., Hipócrates escribió que montar a caballo era muy útil para "regenerar la salud y preservar el cuerpo humano de muchas dolencias"“
Desde entonces, como explica la psicóloga Laura Morán en Órbita Laika -programa disponible en RTVE Play- se ha comprobado que el contacto no sólo con perros sino también con animales como caballos o delfines puede tener efectos terapéuticos para la salud del ser humano.
Actividades con animales y terapia asistida
No todas las actividades con perros son terapias como tal. Hay que diferenciar entre las actividades asistidas con animales y las terapias asistidas con animales.
Las primeras, son actividades menos estructuradas que no tienen objetivos terapéuticos específicos. Como, por ejemplo, visitas de los perros a hospitales, residencias de ancianos o escuelas.
Las segundas, las terapias asistidas con perros, a las que se llama habitualmente TAP, son intervenciones más dirigidas, con objetivos concretos, en las que la presencia del perro es parte esencial del tratamiento.
En este caso, los equipos son multidisciplinares: psicólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, educadores, trabajadores sociales y, por supuesto, expertos en comportamiento canino.
Hoy en día, son numerosos los ámbitos en los que ya se ha demostrado el funcionamiento de las terapias asistida con perros. Por ejemplo, en el tratamiento de personas con trastorno del espectro autista, la depresión, el trastorno postraumático e incluso el Parkinson y el Alzheimer.
Trastorno del espectro autista
La TAP, por ejemplo, se utiliza en las intervenciones con niños con trastorno del espectro autista.
El trastorno del espectro autista es una condición del neurodesarrollo que se caracteriza por presentar dificultades para la comunicación e interacción sociales y también para la flexibilidad del pensamiento y de la conducta.
Y se utiliza la palabra “espectro” para poder reflejar la gran variabilidad de capacidades, necesidades e intereses que hay dentro del autismo.
“Es posible que los pacientes conecten mejor con otros animales. A veces, también se emplean gatos, conejos o pájaros“
En estos casos, las sesiones incluyen actividades de juego y de cuidados, como dar órdenes al perro, cepillarle el pelo o jugar a buscar objetos con él.
Se ha observado que mejoran en su comunicación verbal y no verbal, su empatía y habilidades sociales, atención y concentración y, en muchos casos, también se reduce la agresividad de los pequeños que presentaban este tipo de comportamientos.
Enfermedades neurodegenerativas
Otro grupo de patologías que pueden tratarse con TAP son las enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer.
Durante las sesiones, que pueden ser individuales o grupales, los perros participan en actividades diseñadas para estimular física, cognitiva y emocionalmente a los pacientes.
Esto incluye paseos, tiempo compartido con el animal y juegos simples como lanzar objetos para que los traigan.
“Los perros de terapia están entrenados y cuentan con permisos especiales para acceder a cualquier espacio público“
Estas actividades ayudan a mejorar la coordinación motora, la atención, el seguimiento de instrucciones, la memoria y también se fomentan la comunicación y el bienestar emocional al sentirse acompañados.
Además, se ha observado que contribuyen a reducir la agitación que a menudo experimentan los pacientes, lo que puede llevar a una disminución en la necesidad de ciertos medicamentos recetados.
Terapias en el ámbito penitenciario
Otro contexto en el que la TAP está obteniendo muy buenos resultados es el penitenciario.
En este tipo de programas, los internos interactúan con los animales con actividades similares a las que hemos explicado: jugar con ellos, cepillarlos, alimentarlos… pero estas tareas cumplen una función principal distinta, que es la de darles una responsabilidad y ocupación diarias.
Aunque parezca una tontería, la rutina de cuidarlos les crea una estructura y propósito en el día a día que es crucial para su rehabilitación.
Se ha observado que, al sentirse útiles, reducen sus niveles de estrés y ansiedad, además de mejorar su autoestima. Esto ayuda a crear un ambiente más relajado y positivo en la prisión.
Depresión o trastorno por estrés postraumático
Otros candidatos ideales para la TAP son las personas que sufren depresión o trastorno por estrés postraumático (TEPT).
En las sesiones para personas con TEPT, se realizan actividades similares a las de otros grupos, como juegos, paseos y cuidados del perro. Sin embargo, los beneficios vienen de otros mecanismos.
Estas personas suelen sentir una fuerte indefensión en ciertas situaciones y los ejercicios de entrenamiento básico con el perro, donde dan órdenes simples, pueden ayudarles a recuperar el sentimiento de control y competencia.
“Los perros se utilizaron con fines terapéuticos tras la Segunda Guerra Mundial para ayudar a los soldados a recuperarse de sus traumas“
Incluso, la presencia y la interacción con el perro pueden actuar como distracción en momentos de alta ansiedad o recuerdos traumáticos intensos. De hecho, el perro suele ser entrenado para intervenir de manera suave pero efectiva cuando detecta signos de angustia en la persona.
Cuando es una depresión en lo que queremos intervenir, además de paseos, juegos y contacto, también hay algunas actividades específicas como, por ejemplo, llevar al perro a un parque donde haya zonas habilitadas para ellos.
El objetivo es que el perro funcione como un facilitador social, generando oportunidades para conversaciones espontáneas con otros dueños de perros, lo que ayuda a combatir la sensación de aislamiento social.
Menores en riesgo de exclusión social
Cuando se trabaja con menores en riesgo de exclusión social las terapias suelen ser grupales y, en estos casos, el perro es un participante más.
Mientras los terapeutas van desarrollando las actividades programadas para cada sesión grupal, los participantes van interactuando con el animal dándole alguna golosina, cepillándolo o simplemente acariciándolo.
La presencia del perro es terapéutica porque es un ser con el que conectan pero que no les juzga ni critica. Esto crea una sensación de entorno seguro que facilita que los adolescentes puedan abrirse para expresar sus emociones mientras reciben pautas y estrategias útiles para, por ejemplo, controlar impulsos o aprender a manejar emociones intensas como la ira.
Además, les brinda la oportunidad de desarrollar empatía y respeto. Habilidades que, probablemente, por sus vivencias, no han tenido oportunidad de poner mucho en práctica.
La terapia asistida con perros funciona muy bien con diferentes grupos de población y el principal motivo son las características propias de estos animales. Además de que pueden ser entrenados, ofrecen apoyo y afecto incondicionales, no juzgan a las personas y tienen una empatía y sensibilidad tan especiales que pueden ayudarnos a desarrollar habilidades tanto motrices, como emocionales y sociales.
Si te has quedado con ganas de saber más sobre el comportamiento canino, en RTVE Play ya está el programa completo de ‘Nuestro mejor amigo’. Órbita Laika, los martes a las 22:00h en La2 y siempre disponible en RTVE Play.