La danza de los zancos de Anguiano, un símbolo de destreza
- La localidad riojana de Anguiano celebra tres veces al año la tradicional danza de los zancos, declarada Bien de interés cultural inmaterial
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Anguiano es una localidad riojana de casi 500 habitantes y puerta de entrada de la Sierra de la Demanda. Cada año se celebran diversas fiestas en honor a la patrona, Santa María Magdalena. Sin duda ninguna el plato fuerte de las fiestas es la tradicional danza de los zancos en la que ocho danzadores desafían a la gravedad bailando sobre unos zancos y lanzándose sobre una empinada cuesta de 58 metros de largo y con una pendiente de más del 20%.
Por la “cuesta de los danzadores” cada uno gira sobre sí mismo mientras repican las castañuelas al son de la música hasta llegar a la plaza del ayuntamiento donde se encuentra la gente que les hace de “colchón” y frena su caída.
Un origen ancestral y de reminiscencias ganaderas
La primera referencia escrita sobre la danza de los zancos de Anguiano data de un documento municipal fechado en el año 1603, aunque nadie ha sabido precisar aún por qué esta danza se incorporó a las veneraciones a la patrona del municipio. Parece claro que los zancos eran utilizados desde la antigüedad por ganaderos de la comarca en épocas de nevadas y para sortear arroyos y otras zonas húmedas.
La danza se celebra durante tres veces al año. En primavera, verano y a finales de septiembre en las denominadas fiestas de “Acción de Gracias” en una especie de agradecimiento por las cosechas. Más allá de la danza de la cuesta, los danzadores siempre calzados con zancos recorren el pueblo en procesión hasta un enclave en el monte, para devolver la imagen de la Magdalena hasta la ermita donde pasará el invierno hasta la siguiente primavera en que volverá a hacer el recorrido a la inversa.
Una tradición conocida en todo el mundo
La danza de Anguiano atrae a visitantes de todo el mundo por su exigencia y el riesgo que entraña. Para los danzadores no solo es importante dominar una coreografía sobre unos zancos, hay que saber además controlar el equilibrio con ayuda de la vestimenta. Las faldas son imprescindibles porque con su vuelo crean una especie de campana de aire que proporciona estabilidad, hasta el punto que el simple roce de una de las faldas con el público, que atesta las calles de Anguiano durante las celebraciones, puede desestabilizar al danzador y precipitar una caída.
En 2018 la danza de Anguiano fue reconocida como Bien de interés cultural inmaterial y en la pequeña localidad riojana se trabaja para que el legado perviva, porque según la tradición cuando un danzador se quita los zancos siempre tiene que haber otro que se los calce. De ahí que los niños y niñas del municipio aprendan desde bien pequeños a danzar sobre zancos.