¿Todo lo que percibes es real? No, tu cerebro genera ‘efectos especiales’ para dar sentido al entorno
- A nuestro sistema nervioso no le gustan las incongruencias, así que pone en marcha distintos mecanismos para encajar todas las piezas del puzzle
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Muchas veces es difícil saber si lo que percibimos es real –una realidad física– o no, ya que nuestro cerebro se encarga de poner en marcha sus propios mecanismos para que nos lo creamos, mezclando la información que recibimos del mundo exterior con la que se genera dentro de nuestra propia cabeza.
Como explica el neurocientífico Xurxo Mariño en Órbita Laika -programa disponible en RTVE Play- nuestro cerebro se lo cree casi todo, es una máquina muy refinada de efectos especiales.
¿Por qué? Porque al sistema nervioso no le gustan las incongruencias así que trata siempre a toda costa de dar sentido a lo que percibimos. Y, por eso mismo, los efectos especiales funcionan tan bien en los seres humanos.
Por ejemplo, el simple hecho de que sepamos que los personajes de las películas son actrices y actores no disminuye para nada la credibilidad de las historias. Nos metemos en ellas con toda naturalidad. Estamos acostumbrados a esto, lo que no deja de ser sorprendente.
En el cine hay algunos efectos muy sencillos, comunes y eficaces, relacionados con el funcionamiento de nuestro cerebro y que se pueden experimentar fácilmente en casa.
Un cerebro a ‘cámara lenta’
El primero de esos efectos cinematográficos relacionados con el funcionamiento de nuestro cerebro es el propio hecho de que el cine funcione. Lo que se proyecta son fotografías, imágenes estáticas, una detrás de otra (esto es así tanto en el cine analógico como en cualquier vídeo que podamos ver en el móvil), pero en nuestra mente lo que percibimos son escenas en movimiento, que fluyen de manera continua.
La razón de que el truco funcione está en la velocidad de procesamiento de la información visual por nuestro encéfalo.
Desde que la luz del mundo exterior activa la retina hasta que la imagen se hace consciente, las señales tienen que viajar y ser procesadas a través de todo el encéfalo, hasta la parte posterior. Y esto lleva su tiempo. Para percibir una imagen de forma consciente tardamos unos 50 milisegundos, o incluso más.
50 milisegundos es media décima de segundo, una velocidad de procesamiento bastante rápida. Lo que hay que hacer para que el cine funcione es bombardear la retina con imágenes cada 50 milisegundos o menos, es decir, 20 imágenes por segundo o más.
En el cine y en el video por internet la velocidad estándar es de 24 o de 25 imágenes por segundo (puede aumentarse para generar más nitidez, o para hacer grabaciones a cámara lenta). Esto quiere decir que la retina recibe una imagen, redondeando, cada 40 milisegundos.
Nuestro cerebro está procesando una imagen cuando ya le llega la siguiente, de esta manera no se detectan imágenes aisladas, sino un flujo continuo.
“Las moscas pueden procesar hasta 400 imágenes distintas por segundo“
En las moscas y otros insectos esto no ocurre ya que, como su cerebro es más pequeño, las señales tardan menos tiempo en ser procesadas y, por eso, sí perciben los fotogramas aislados. Por eso es tan difícil cazar una mosca: es como si vieran nuestra mano a cámara lenta.
El tamaño relativo
Uno de los efectos más comunes en el cine consiste en jugar con el tamaño relativo de las cosas, hacer que parezcan más grandes o más pequeñas de lo que en realidad son.
Las maquetas son el ejemplo más evidente. Desde Star Wars hasta Harry Potter: se construyen modelos a escala que luego parecen de tamaño natural.
La razón por la que esto funciona es el tamaño relativo: si no tenemos referencias de otros objetos de alrededor, un objeto aislado en realidad puede tener cualquier tamaño.
“El oftalmólogo norteamericano Adelbert Ames diseñó esta ilusión óptica en 1945“
Para jugar con el tamaño se puede utilizar también la perspectiva, como muestra en Órbita Laika el neurocientífico Xurxo Mariño reconstruyendo la famosa ‘Habitación de Ames’.
El paralaje
¿Cómo percibe nuestro cerebro la profundidad y el movimiento de una imagen? Echando mano del paralaje.
Los seres humanos no vemos igual los objetos con los dos ojos, percibimos distinta información con cada uno de ellos. Con esa distinta información, nuestro cerebro utiliza el paralaje para fusionar esos datos y calcular la profundidad.
También se puede generar sensación de profundidad usando un solo ojo y moviendo la cabeza. Esto se llama paralaje de movimiento y es un efecto muy utilizado en el cine y el teatro para dar sensación de movimiento y de profundidad.
Cuando nos movemos en una dirección, percibimos que los objetos que están cerca se mueven en la dirección contraria –a una velocidad similar a la nuestra– y percibimos que los objetos que están cada vez más lejos se mueven cada vez más despacio.
Este efecto también es muy utilizado en los videojuegos, ya que así se consigue dar profundidad a las imágenes presentadas en 2D y para dar sensación 3D a las fotos en el móvil, aprovechando que los teléfonos detectan el movimiento.
Es también lo que percibimos cuando miramos por la ventanilla de un tren en marcha.
No te pierdas la representación gráfica de todos estos ‘trucos’ en el programa de Órbita Laika dedicado a los ‘Efectos Especiales’. Además, ya tienes disponibles todos los programas de la décima temporada de Órbita Laika en RTVE Play.