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La verdadera vida sexual de los vikingos: ¡cuántos mitos nos han vendido!

  • Desmontando bulos vikingos: ni hipermasculinos ni rígidos en el amor y el sexo
  • Los vikingos desafiaban los estereotipos con diversidad de género y una sexualidad abierta centrada en la descendencia

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El Condensador de Fluzo - El sexo y los vikingos

Cuando pensamos en los vikingos, la imagen que a menudo surge es la de hombres hipermasculinos, fuertes y violentos, con una estética propia de las películas de Marvel o las series como Vikings. Sin embargo, esta representación es más un constructo moderno que una realidad histórica. La historiadora Laia San José, cuenta en 'El Condensador de Fluzo', la verdadera sociedad vikinga, mucho más compleja, diversa y fascinante, especialmente en lo que respecta al sexo y el género.

Más allá del estereotipo vikingo

La idea del vikingo como un símbolo de masculinidad extrema nació en el siglo XIX y ha sido perpetuada por la cultura pop, pero las investigaciones arqueológicas y literarias ofrecen una visión diferente. En el mundo vikingo, el género era fluido y a menudo ambiguo, algo que se reflejaba en peinados, vestimenta e incluso en los ajuares funerarios. Por ejemplo, es común encontrar figuras que combinan características consideradas femeninas y masculinas: hombres con cabello largo recogido de manera femenina y barba, o mujeres con ropa típicamente masculina.

Collares hallados en las tumbas de vikingos

Collares hallados en las tumbas de vikingos

Diversidad sexual y el papel de la descendencia

La sexualidad en el mundo vikingo no se limitaba a la heterosexualidad ni a la monogamia. El sexo era un aspecto mundano y cotidiano de la vida, y la prioridad estaba en garantizar la descendencia. Aunque el sexo antes del matrimonio no era un problema, la herencia jugaba un papel crucial, por lo que cualquier relación que afectase la legitimidad de los hijos podía ser mal vista.

El matrimonio, más que un acto romántico, era un contrato entre familias para asegurar el linaje y la estabilidad económica. En este contexto, quienes no podían tener hijos eran objeto de desprecio y recibían apodos despectivos como fuðflogi (quien huye de la vagina) o flannfluga (quien huye del pene).

Homosexualidad y roles de género

Los vikingos no tenían problemas con las relaciones homosexuales en sí, pero distinguían entre el rol activo y pasivo en dichas relaciones. Ser pasivo se asociaba con la feminidad y la pérdida de honor, algo que en la sociedad vikinga era inadmisible. Los insultos más graves que podía recibir un hombre, como ergi (afeminado) o sorðinn (utilizado sexualmente por otro hombre), reflejaban esta percepción.

En cuanto a las mujeres, no hay muchas referencias sobre lesbianismo en las fuentes disponibles. Sin embargo, los insultos hacia ellas no estaban relacionados con su orientación sexual, sino con actitudes consideradas impropias, como la promiscuidad.

A pesar de estas limitaciones, las mujeres vikingas tenían cierto grado de autonomía en cuestiones de placer. El disfrute sexual femenino era valorado y, de hecho, una mujer podía pedir el divorcio si no estaba sexualmente satisfecha, ya que esto también podía interpretarse como un problema de infertilidad en la pareja.