Entre sombras y lunas llenas: la historia olvidada del mito de los hombres lobo
- ¿Sabías que el mito del hombre lobo tiene sus raíces en la literatura clásica?
- En Locos por los clásicos desvelamos los misterios de esta leyenda a través del relato del licántropo en El Satiricón de Petronio
Antes de que Hollywood los transformara en jóvenes atléticos y apuestos compitiendo contra vampiros por el amor, casi siempre adolescente e inalcanzable, de una chica, los hombres lobo ya habitaban la literatura clásica y las leyendas más antiguas de la humanidad.
Luna llena, bosque oscuro y tétrico, camino solitario junto a un cementerio… Y de repente, un aullido. La calma se quiebra y el miedo aflora cuando una figura emerge de las sombras, dando vida a un mito que sigue despertando una fascinación tan espeluznante como inagotable. Porque los licántropos no nacieron con el cine ni con los cuentos, sino con los autores clásicos que llenaron sus obras de terror, magia y poderosas metáforas sobre la condición humana.
Emilio del Río desvela en su podcast de RNE Audio Locos por los clásicos los misterios de esta leyenda a través de unos de sus relatos más fascinantes: el del hombre lobo en El Satiricón de Petronio, la primera novela picaresca de la historia. ¿Te atreves a descubrirlo? ¡Dale al play!
La obra de Petronio es mucho más que una simple historia de hombres lobo. Aunque "El Satiricón ha llegado a nosotros incompleto, con cerca de 150 páginas perdidas entre el principio y el final", su impacto ha sido profundo y duradero.
Detrás de la narración que hace el protagonista, Nicerote, durante la extravagante y desmesurada cena de Trimalición, acerca de cómo fue testigo de la transformación inexplicable de un soldado en un lobo agresivo, que terminó atacando una granja, se oculta una crítica social afilada, y una reflexión individual y colectiva tan relevante hoy como en su época.
"Es una novela picaresca en la que se mezclan prosa y verso, siendo el verso siempre en tono paródico", explica Emilio del Río. Con esta técnica, subraya el experto, Petronio crea "un retrato irónico y despiadado de la sociedad de su tiempo, mostrando sus vicios y sus hipocresías".
Más allá de la ficción y de las lecciones morales
Y es que El Satiricón adelantó lo que siglos después harían, en lo que a picaresca se refiere, autores como el de Lazarillo de Tormes (1554) o Quevedo con El Buscón (1626).
Y aunque Petronio no fue ni el primero ni, mucho menos, el único en interesarse por estos seres, marcó un antes y un después. Su texto es solo una pequeña muestra de cómo los mitos de hombres lobo han fascinado a la humanidad. "Los relatos de licantropía han llenado la historia", recuerda Emilio del Río. Ya los antiguos narraban sobre el tema.
Por ejemplo, "antes de Petronio, –cuenta el periodista– Ovidio, uno de los grandes poetas de la literatura latina y universal, recogió un caso de licantropía en su obra Las metamorfosis. Se trata del caso de Licaón, rey de Arcadia, quien fue convertido en lobo por Zeus como castigo por haberle intentado engañar al ofrecerle carne humana durante un banquete".
Aunque los relatos de Petronio y Ovidio se enmarcan en el ámbito de la ficción literaria, la idea de la licantropía trascendió la imaginación y las lecciones morales.
De hecho, el tema también apareció en relatos históricos, como el de los neuri, un pueblo de Escitia documentado por Heródoto, o en la historia del atleta olímpico Damarco, quien, según contó Pausanias, fue convertido en lobo durante 9 años tras participar en un sacrificio humano en honor a Zeus.
Incluso, la licantropía llegó a la literatura médica, inspirando la búsqueda de explicaciones sanitarias. "Médicos como Galeno la usaron para describir una enfermedad mental que llevaba a las personas a aullar, evitar la luz del día y comportarse como lobos, creyendo serlo", indica Del Río. "Era un intento temprano de entender un trastorno psicológico", añade.
¿Por qué seguimos cautivados por las historias de hombres lobo?
Desde que Petronio, Heródoto, Ovidio y compañía inmortalizaron a sus hombres lobo en sus obras, hasta que los autores contemporáneos retomaron la leyenda y Hollywood les dio un rostro, el mundo ha cambiado. Es indudable. La sociedad es otra y, los hombres lobo también.
Sin embargo, a pesar de su transformación, su figura ha conservado su poder de fascinación. ¿Por qué? Porque, aunque su apariencia evolucione, su esencia se mantiene intacta.
Los licántropos, como apunta Emilio del Río, simbolizan miedos universales, esos que trascienden épocas y culturas. Son el espejo de nuestros instintos más primitivos, la manifestación de nuestras contradicciones: el temor a lo desconocido y a los poderes sobrenaturales, el miedo a perder nuestra forma humana, la eterna lucha entre lo humano y lo salvaje, o la confusión entre lo mágico y lo real.
Como enseñan los clásicos, las leyendas, aunque fantásticas, siempre esconden destellos de verdad. Porque, bajo la luz plateada de una luna llena, todos llevamos un poco de lobo dentro.