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El fraude de la compasión ajena: los que fingen su enfermedad o se aprovechan de los demás

  • La mentira es una constante en la historia, pero cuando se trata de salud, el engaño cobra una dimensión especialmente perversa
  • La periodista Martha Caballero ha analizado en Podría ser peor algunos de los casos más impactantes

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La mentira son palabras y una perversa herramienta de manipulación.
La mentira son palabras y una perversa herramienta de manipulación. UNPLASH

Bell Gibson construyó una carrera basada en la mentira. La influencer australiana se convirtió en un icono del bienestar tras afirmar que había vencido un cáncer terminal gracias a una estricta dieta y terapias alternativas. Su testimonio inspiró a miles de personas, le permitió lanzar una app y un libro, e incluso motivó a muchas personas a abandonar sus tratamientos médicos para seguir su supuesto método. Sin embargo, todo era falso: nunca tuvo cáncer. Su historia es un claro ejemplo del peligro de la desinformación en redes sociales y el impacto que pueden tener en personas vulnerables. La periodista Martha Caballero ha analizado en Podría ser peor esta historia y muchas más sobre el fraude y la mentira.

El caso de Bell Gibson no es único. En 2010, una joven canadiense llamada Ashley Crow también fingió tener cáncer. Se afeitaba la cabeza y las cejas para hacerlo creíble. Fundó una organización benéfica para concienciar sobre la enfermedad. Gracias a su fraude, recaudó miles de dólares en donaciones, participó en entrevistas y fue vista como un modelo de lucha. Su mentira se descubrió cuando un donante comenzó a investigar y descubrió que no existía ninguna ficha médica sobre su supuesto tratamiento.

Podría ser peor - True crime con Martha Caballero: Los que fingen su enfermedad

Los casos de Gypsy Rose, la víctima de Manchausen, y Anna Sorokin

Entre los casos más estremecedores que se han abordado esta semana en Podría ser peor está el de Gypsy Rose y su madre, Dee Dee Blanchard. A diferencia de los anteriores, aquí la víctima no era la impostora, sino la propia Gypsy, quien fue sometida por su madre a un engaño sistemático y sostenido en el tiempo conocido como síndrome de Munchausen por poderes. Dee Dee la hizo pasar por enferma durante años, forzándola a usar una silla de ruedas y consumir medicamentos innecesarios. Finalmente, Gypsy escapó de su madre de la manera más drástica y menos ética: ordenó el asesinato de esta a su novio, Nicholas Godejohn.

Martha Caballero también ha hablado sobre el caso de Anna Sorokin, más conocida como Anna Delvey, nombre que utilizaba para hacerse pasar por una rica heredera. La mujer de doble nacionalidad rusa y alemana, residente en Nueva York, no fingió una enfermedad, pero sí una identidad. Estafó a la alta sociedad neoyorquina durante años, viviendo en hoteles de lujo y codeándose con la élite. Aunque su fraude fue descubierto y fue encarcelada, su historia fue llevada a la pantalla en Netflix (Inventing Anna, 2019) y continúa generando fascinación.

El peligro de la desinformación

Todos estos casos subrayan la importancia de verificar la información y no dejarse llevar por testimonios sin evidencias médicas. En un mundo donde las redes sociales permiten construir relatos ficticios con facilidad, la necesidad de un pensamiento crítico es crucial.

En Podría ser peor nos han recordado que la mentira puede tener consecuencias terribles, tanto para quienes la creen como para quienes la propagan.