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Victor Lustig, el estafador que vendió la Torre Eiffel

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¿Cómo lo haríamos hoy? - La torre Eiffel - ver ahora
La torre Eiffel de París

Hay biografías que parecen sacadas directamente de guiones de cine y la de Victor Lustig es una de ellas. Pasar a la historia por ser un gran estafador ya tiene si miga, pero si a eso le añadimos que este personaje vendió (o por lo menos lo intentó) la Torre Eiffel en dos ocasiones, no se puede hacer más que poner cara de asombro y leer con atención los detalles de su vida de película.

Una educación refinada que le ayudó a estafar

Victor Lustig llegó al mundo un 4 de enero de 1890 en Hostinné, en el antiguo Imperio Austrohúngaro, actual República Checa. Su padre ejercía de alcalde de la ciudad, lo que permitió que la educación del pequeño Víctor fuese exquisita. Estudió en colegios de Alemania y Francia, y aprendió a la perfección inglés, italiano, francés y alemán.

Comenzó pronto con el arte de la estafa. De hecho, el primero a quien timó fue a su propio padre, cuyo dinero, destinado a los estudios universitarios, se gastaba en llevar una vida de lujos y buena compañía femenina. No es de extrañar que, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, decidiese aprovechar su buena planta, su formación y sus dotes para el engaño para perpetrar sus primeros crímenes.

Su primer gran golpe

En 1924, en Estados Unidos, Víctor Lustig se presentó en un banco de Kansas (Misuri) y se hizo pasar por un conde húngaro. Con su talento para la oratoria consiguió convencer al director de la sucursal para cobrar unos bonos por valor de 50.000 dólares que había falsificado. Aunque fue descubierto por un detective, fue tan astuto al enfrentarse al banquero que este no solo decidió no denunciarle, sino que le indemnizó con 1.000 dólares por las molestias.

Al Capone, otra víctima

Por todos es sabido que Al Capone fue uno de los capos de la mafia más temidos que ha habido en la historia. Había que tener valor para intentar estafarle y Víctor Lustig lo tuvo. No obstante, su golpe fue tan elegante que es digno de reconocimiento. Lo que hizo fue citarse con el mafioso y solicitar un préstamo de 50.000 dólares para embarcarse en un nuevo negocio.

Al Capone, a pesar de dejarle el dinero, le advirtió de las consecuencias que podría sufrir si no cumplía con su promesa de devolverlo. Lustig cogió la cantidad y la depositó en una caja fuerte durante unos meses; luego la retiró y se la llevó de vuelta al criminal. El falso conde argumentó que su negocio no había fructificado y que le devolvía la cantidad intacta. Ante tal gesto de honestidad, Al Capone le pagó 5.000 euros. Una estafa de lo más sútil.

Vendiendo la Torre Eiffel dos veces

Ahora bien, si por algo ha trascendido la figura de Víctor Lustig es por haber vendido la Torre Eiffel… en dos ocasiones. Aprovechando la mala fama que tenía el monumento parisino, fingió ser un trabajador público y reunió a un grupo de empresarios del sector de la metalurgia. Los agasajó llevándolos a buenos restaurantes y hoteles excepcionales hasta poner en marcha su plan: les contó el supuesto plan secreto de vender la torre a trozos y les ofrecía la oportunidad de comprar las piezas de metal.

Aunque la idea suena algo inverosímil, hay que decir que Lustig sabía presentar documentos e informes que parecían reales y que, finalmente, convencieron a unos de esos empresarios. Al enterarse de la estafa, este renunció a denunciarle y prefirió perder el dinero que le había dado antes de quedar expuesto como el hombre que creyó que podría comprar la Torre Eiffel.

Imagen de la Torre Eiffel de París

Imagen de la Torre Eiffel de París

Hubo un segundo intento para vender esta construcción, aunque, en esta ocasión, sí que se interpuso una denuncia. Víctor Lustig y sus compinches huyeron a Estados Unidos para seguir con sus aventuras en el sector del timo, que se centraron en una maquina que falsificaba billetes. La policía acabó pillándoles y Lustig fue encarcelado, aunque escapó descolgándose por una ventana con la ayuda de sábanas anudadas. Pero aquí no acabaron sus peripecias.

El timador profesional acabó siendo procesado y condenado a pasar 20 años en Alcatraz, la prisión de mayor seguridad. Allí murió a los 57 años de edad víctima de una neumonía.