Felipe II: el monarca que dictó poder y moda
- En 1572, Felipe II no solo gobernaba medio mundo, también marcaba estilo y creaba modas
- La historiadora de la moda Ana Velasco Molpeceres nos guía en Crónica de España por la moda del reinado de Felipe II


Podría parecer un desfile. Tal vez el de la semana de la moda de París, Milán o Madrid. Pero no hay flashes, ni música ni alfombras rojas. Tampoco cámaras de televisión y mucho menos teléfonos móviles que inmortalicen el paso firme de los modelos. Lo que hay es poder. Y ambición. Es 1572, y la pasarela está en la Corte de Felipe II (1527-1598).
Hay modas que cambian con el tiempo, y otras que definen una época. La del bisnieto de los Reyes Católicos pertenece a las segundas. En plena rebelión de los Países Bajos contra las autoridades españolas, con la amenaza otomana contenida tras la Batalla de Lepanto, y con la recién fundada ciudad de Manila, en Filipinas, apuntando a enclave comercial de futuro, Felipe II no solo gobernaba medio mundo: también marcaba estilo e imponía estatus.
La costura se convirtió en símbolo, en estrategia. La moda, en imperio. Vestirse "a la española" era un gesto silencioso cargado de intención. El negro profundo, los jubones rígidos, los encajes finísimos. Cada capa, cada tejido y cada pliegue construía una imagen de grandeza. Nada era casual. Ni el color, ni el corte, ni los adornos. Porque en el reinado más poderoso del siglo XVI, la estética era ejercer el poder sin palabras. Era estar, y destacar, en el mundo.
En Crónica de España, el programa de RNE presentado por Chema García Langa, la historiadora de la moda Ana Velasco Molpeceres nos transporta al corazón de 1572 a través de las tendencias que marcaron estilo en la Corte de Felipe II… y más allá.
Aunque la religión separaba al viejo continente entre católicos y protestantes, había algo que los unía a todos: el deseo de escalar en la jerarquía social. "La moda y las tendencias son muy importantes en la política –explica Ana Velasco–. En el reino de Felipe II y en los territorios vinculados a Europa, la forma de intentar ascender y de ser una persona principal es ir como en la Corte de España".
Por eso, si uno salía de los dominios de Felipe II, tenía la sensación de no haber cruzado fronteras. Cortes rectos, estilos militares y cuerpos rígidos pintados en negro. Parecía que se seguía en casa, porque todo era negro. Negro absoluto. Pero, no por luto ni por devoción. Todo lo contario. Era negro de riqueza.
"Con su padre, Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558), y por influencia de la etiqueta de Borgoña que impuso en la Corte castellana, los colores fueron desapareciendo para dar más peso a las joyas y resaltar, precisamente, ese tinte oscuro que era muy difícil de conseguir", señala la experta.
De hecho, procedía del otro lado del Atlántico. De México, concretamente. "La vestimenta española era signo de poder, bien por el monopolio del comercio americano ya que el tinte negro se extraía del palo de Campeche mexicano, bien por la imagen que proyectaba de Gran Majestad", resalta Velasco.
Una imagen de "dignidad y dinero" que además era unisex. Tantos hombres como mujeres, ansiaban lo mismo. Unos y otros querían ropajes oscuros. Cuanto y cuantos más mejor. "Esta moda la marca Felipe II, quien, a pesar de continuar el estilo de su padre, promovió una figura más estrecha que afectó también a las señoras", comenta la historiadora.
Eso sí, la búsqueda por la "oscuridad" fue más marcada y exagerada en el caso de los varones, "porque pasaban más tiempo en la calle que las mujeres". Pese a ello, sin embargo, la comodidad no les importaba.
Este estilo, caracterizado por la rigidez y la formalidad, desprendía un aire militar. ¿Imponente? Sí. ¿Seguro? Por supuesto. ¿Elegante? Puede que también, pero nada manejable para el día a día.
"Su prenda principal, el jubón, que llevaban tanto ellos como ellas, viene de un cuerpo armado y forrado con algodón que pretendía proteger a los soldados de golpes", apunta Velasco. De ahí que limitara los movimientos.
"Los hombres parecían metidos en un estuche, sobre todo en el torso. Aunque llevasen medias y calzas, sus piernas se vieran mucho y pudiera pensarse que la ropa eracómoda, en realidad no lo era. Las piernas iban enfundadas en tela y resultaba muy difícil moverse", aclara la historiadora.
En este sentido, agrega, las mujeres gozaban de algo más de libertad. "Las bandas armadas con verdugo, esa estructura que va por debajo de la tela, que le da amplitud y permite estirarla completamente, era solo para la corte, los actos y los retratos. La mayoría de las mujeres no vestía así en la calle o en casa".
No todo eran prendas negras
Y es que, como recuerda la experta en moda, siempre hay excepciones a la regla. Si bien es cierto que en la España y en los dominios de Felipe II todo era o negro o blanco. Y si llevaba encaje fino "procedente de Holanda", mejor. "Las prendas exteriores eran muy caras. Por eso la camisa con cuellos blancos era tan importante", cuenta Velasco.
"Se llevaban muchas capas de ropa porque el estilo era muy rígido, pero sobre todo se hacía para proteger los tejidos costosos y la confección que solo sabían coser los grandes sastres", matiza.
La indumentaria se cuidaba al detalle: nada se tiraba. Se cepillaba, se lavaba y se planchaba con esmero. También se reutilizaba. Y quienes podían permitírselo, incluían un toque más de lujo a sus atuendos "con un colgante de ámbar gris, una esencia carísima que se cuelga del cuello o de la cintura". Porque en la Corte de Felipe II y en sus territorios, no se daba puntada sin hilo.