Tras ser rechazado en la academia de policía, Alberto lleva años preparándose para convertirse en detective. A un paso de conseguir finalmente la licencia, sobrevive trabajando como guardia de seguridad en un centro comercial de la ciudad. Amante de las series y películas de policías desde niño, ha acumulado tantos conocimientos que parece una enciclopedia de criminología.
Max es un perro que se ha convertido en un ser extremadamente inteligente gracias a la experimentación genética y el entrenamiento que una organización ha realizado con él. Esa inteligencia unida a las cualidades habituales en un perro, como un olfato y oídos desarrollados, le han convertido en el “perro-espía” perfecto. Trabajo que lleva haciendo varios años para sus dueños. Tras huir, va a emplear esas habilidades para ayudar a Alberto a resolver los casos que lleguen a la agencia.
Max se convierte así en el socio perfecto para Alberto. Para qué poner un micrófono en una habitación en la que quieres saber de qué hablan, cuando Alberto puede soltar a Max, y así acceder a la intimidad de la gente, colarse por huecos insólitos, relacionarse con la gente sin levantar sospechas.