Llegaron a España tras saltar la valla de Melilla, cruzar a nado la frontera en Ceuta o embarcarse en una peligrosa travesía en patera desde Argelia. Ahora, recogen lechugas y dan de comer a vacas y caballos en un pequeño y tranquilo pueblo de Cáceres.
Es el improbable recorrido que han seguido varias decenas de migrantes irregulares y que les ha llevado a la Escuela de la Tierra, un proyecto de agricultura y ganadería ecológica que, en pleno debate sobre la acogida de extranjeros, y cuando la inmigración ha llegado a situarse como principal problema para los españoles, reivindica un modelo de coexistencia basado en "cuidar a la tierra y cuidar a las personas".
"En el campo cabe muchísima gente", defiende Alberto Cañedo, de la asociación Educatierra e impulsor de esta iniciativa que nació hace algo más de un año y por el que ya han pasado unas 60 personas, la mayoría marroquíes, aunque también senegaleses o argelinos. A lo largo de unos tres meses, aprenden a cultivar la tierra con técnicas de agroecología, a llevar un tractor o a hacer conservas.
Foto: Á. CABALLERO