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El centro de internamiento de inmigrantes levantado por el gobierno italiano fuera de territorio europeo, en Albania, recibe ya a los primeros 16 migrantes. Personas que alcanzaron Italia huyendo de la pobreza y la guerra y que ahora serán identificadas en un país fuera de la UE e internadas en un centro mientras se resuelve su solicitud de asilo. La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, considera que esta es una forma "valiente" de combatir la inmigración irregular, y la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Layen, ha aplaudido la medida, que considera "innovadora". No opinan lo mismo las numerosas ONG que han criticado duramente la medida. Entre ellas, Amnistía Internacional, que la calificaba de "cruel experimento". En Radio 5, Carlos de las Heras, portavoz de Amnistía Internacional, recuerda las discriminaciones, falta de equidad y posibles errores en la identificación de vulnerables que se pueden dar en este procedimiento. De Las Heras critica esta externalización de las obligaciones por parte de un país de la UE y teme que, aunque las personas trasladadas a Albania se rijan por la legislación italiana, no puedan acceder a todos sus derechos. "Y esto es un precedente peligroso en Europa", añade. Y reconoce que "de la UE deberíamos esperar un rechazo a todos estos intentos de externalizar el derecho de asilo", en lugar del apoyo que está recibiendo.

¿Qué apoyos ha conseguido Zelenski en su gira europea? ¿Qué impacto tendrá en Ucrania que gane Trump o Kamala Harris en las elecciones en EE.UU.? ¿Es el "plan de la victoria" del presidente ucraniano un plan para la paz? Lo analizamos con Ruth Ferrero Turrión, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense.

'Diario de Ucrania' es un pódcast que publicamos todos los miércoles en el que encontrarás el contexto necesario para entender lo que está pasando en la guerra tras la invasión rusa. Escuchamos a analistas, militares, periodistas, trabajadores humanitarios y a los ciudadanos ucranianos y rusos que sufren en primera persona este conflicto.

Han sido 100 días de actividad frenética en el exterior con tres viajes a Washington y varios más a Bruselas, París, Berlín o Roma para restablecer la relación con la Unión Europea. En el interior, Starmer ha puesto fin a dos años de huelgas de los conductores de trenes y de los médicos residentes subiéndoles los sueldos. Ha enterrado el proyecto conservador de deportar a los inmigrantes irregulares a Ruanda y hecho frente con mano de hierro a una oleada de protestas racistas a comienzos del verano. Pero también ha quitado a los pensionistas la subvención para pagar la calefacción en invierno y ha rebajado su promesa electoral de mejorar los derechos de los trabajadores con una reforma laboral que, además, no entrará en vigor hasta dentro de dos años. Y ha declarado haber recibido unos 120.000 euros en regalos, en forma de trajes, gafas de diseño o palcos para ver el fútbol. Lo que explica que la popularidad del primer ministro haya caído en picado en estos poco más de tres meses.

Foto: Keir Starmer (Liam McBurney/Pool Photo via AP)