Los incumplimientos del propio Hollande y de anteriores presidentes han erosionado la confianza de los franceses en las promesas de los políticos. Sin embargo, los programas electorales de los cuatro candidatos con opciones de pasar a la segunda vuelta encierran grandes diferencias y opciones trascendentales, como la posible salida de la Unión Europea. Estas son algunas de esas propuestas.
Emmanuel Macron, al que algunos califican como "centrista" y otros como "socioliberal", propone reducir impuestos y costes sociales de los contratos y cumplir con los compromisos de austeridad con Bruselas.
La Unión Europea y la inmigración son los grandes enemigos que Marine Le Pen señala en su programa. En su manifiesto, con 144 propuestas, Le Pen se da seis meses para negociar con los socios europeos un cambio radical de la UE. Después promete convocar un referéndum sobre la permanencia en el club.
El candidato de Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, aspira a convertirse en la esperanza de la izquierda en estas elecciones, tras el hundimiento del Partido Socialista. Mélenchon, al igual que Le Pen, abre la puerta al abandono de la UE si no consigue un giro radical de sus políticas, pero sus coincidencias terminan ahí.
El conservador François Fillon prevé recortes en el sector público, jornadas laborales más largas (es el único candidato que propone abiertamente acabar con la jornada de 35 horas) y retrasar la edad de jubilación. También promete limitar los derechos de adopción para las parejas homosexuales y mejorar las relaciones con Rusia.
Francia afronta la última semana de campaña electoral con una gran incertidumbre sobre quien ganará la primera vuelta de las presidenciales el próximo día 23. La ultraderechista Marine Le Pen y el centrista Enmanuel Macrón están practicamente empatados en intención de voto. Pero les siguen muy de cerca, el conservador Fillón y el candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon.
Las investigaciones por corrupción de que son objeto el conservador François Fillon y la ultraderechista Marine Le Pen, así como el pasado de banquero de negocios del socioliberal Emmanuel Macron, han marcado los momentos de mayor fricción en el debate de los candidatos presidenciales en Francia celebrado este martes. Durante casi cuatro horas, los once pretendientes del Elíseo que se disputarán el voto de los electores en la primera vuelta del próximo día 23 se sometieron ante las cámaras a un ejercicio inédito y muy pautado para respetar la igualdad de todos, que dio pie a pocos momentos de verdadera discusión. El momento de mayor temperatura se ha producido al abordar la moralización de la política por el trasfondo de los procedimientos judiciales abiertos contra Fillon, que ha sido imputado por los empleos supuestamente ficticios que otorgó a su mujer y a dos de sus hijos, y a Le Pen, que hasta ahora se ha negado a presentarse para no ser acusada, amparándose en su impunidad parlamentaria.
Los principales favoritos a las presidenciales francesas, el socioliberal Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen, han sido el blanco de la mayoría de los ataques en el primer debate electoral, que ha resultado animado y tenso por momentos.
Los cinco candidatos mejor situados en los sondeos han desgranado a lo largo de tres horas y media sus visiones opuestas acerca de temas sociales como la educación o el laicismo, económicos como la jornada laboral de 35 horas y las pensiones, y de política exterior como la relación con Rusia.
Con la idea de reconciliar libertad y protección, Emmanuel Macron ha presentado sus propuestas, largamente esperadas por quienes ya le ven como firme candidato al Elíseo. Entre las medidas más destacadas propone reducir el número de parlamentarios, prohibir que contraten a familiares o suprimir 120.000 puestos de funcionarios. Los sondeos le sitúan cada vez más cerca de Marine le Pen, en cabeza, y más lejos de Fillon, el tercero, a los que ha acusado ambos de atacar deliberadamente el Estado de Derecho.