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En el tercer debate televisado los candidatos sabían muy bien lo que tenían que hacer para ganarse a la audiencia y, sobre todo, a los votantes indecisos

El programa nuclear de Irán, el apoyo a Israel en un hipotético enfrentamiento con Teherán y el presupuesto militar. Estos han sido los principales asuntos en los que los candidatos a la presidencia de EEUU, el candidato demócrata a la reelección, Barack Obama, y su rival republicano, Mitt Romney, han discrepado en un tercer y último debate presidencial dedicado a la política exterior y de seguridad, pero bastante plano dado el consenso general entre ambos en la materia.

Este acuerdo ha jugado a favor del presidente, ya que su contrincante se ha visto obligado a respaldar sus decisiones en varias ocasiones, como la muerte de Bin Laden o la salida de Afganistán. Romney, a cambio, se lleva de este debate el haber demostrado que sabe moverse en un terreno, el de las relaciones internacionales, en el que ha sido muy criticado.

Obama ha acusado en numerosas ocasiones a su rival de desdecirse de declaraciones anteriores y de "confundir" a los aliados. Por su parte, el republicano ha tomado la iniciativa para introducir asuntos como la estabilidad de Pakistán o las oportunidades de negocio en América Latina, región ausente del debate salvo por esta alusión. Europa ha sido la otra gran ausente y no ha aparecido en ningún momento, tal y como estaba previsto en la distribución de bloques temáticos.

Las primeras encuestas, a cargo de CBS y CNN, muestran que los espectadores dan como vencedor a Obama, con un 53% para el presidente y un 23% para el aspirante, en el primer caso y un 48% - 40% en el segundo.

El debate ha tenido lugar en la Universidad Lynn, en Boca Ratón (Florida), quince días antes de las elecciones y con las encuestas mostrando prácticamente un empate. El moderador ha sido el periodista de la CBS Bob Schieffer.

GEMMA GARCÍA (Corresponsal de TVE en Nueva York).- Algunos analistas políticos en EE.UU. sostienen que quien gane en el debate de este lunes ganará las elecciones. Pero es difícil que Obama o Romney se distancien en este tercer asalto, ya que habrán aprendido de los errores de los otros dos debates. El formato, ambos sentados frente al moderador, favorece a priori a Romney, mientras que el tema, política exterior, puede beneficiar a Obama.

En un raro cambio de tono a diecinueve días de las elecciones, el presidente de EE.UU, Barack Obama, y su rival republicano Mitt Romney intercambiaron este jueves bromas durante una cena en la que el primero optó por la autocrítica y el segundo, por el humor incisivo y sarcástico.

Dos días después de su tenso segundo debate, Obama y Romney compartieron mesa en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York, en una cena benéfica que, desde 1960, reúne tradicionalmente a los candidatos para relajar los ataques a unos días de las elecciones.

Seguro de sí mismo, Romney aseguró que Obama "está en los últimos meses de su presidencia" y recordó que ambos tienen personas en las que apoyarse. "Yo tengo a mi preciosa mujer Ann, él tiene a (el expresidente de EE.UU.) Bill Clinton", agregó.

No todo fue autocrítica para Obama, que no dudó en recordar que tiene una ventaja en el debate del lunes, centrado únicamente en política exterior.

"Puedo adelantar algo: acabamos con Bin Laden", subrayó el mandatario, que también comparó su visita a Europa en 2008, cuando era candidato, con la que Romney hizo allí este verano.

En las elecciones estadounidenses los dos candidatos intentan atraer el voto femenino, un sector del electorado aún muy indeciso. Hasta ahora, las mujeres respaldaban mayoritariamente a Obama pero las últimas encuestas reflejan que su apoyo a Romney ha aumentado.