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El Banco de España rebaja las previsiones de crecimiento español para este año y para 2022. La crisis de abastecimiento de algunos productos, la elevada inflación y el deterioro de la pandemia están detrás de este frenazo de la actividad. En el empleo, sin embargo, la autoridad monetaria destaca un mayor dinamismo.

FOTO: Sede del Banco de España, en Madrid. GETTYIMAGES

Bruselas recorta drásticamente las previsiones de crecimiento para España este año. La Comisión Europa calcula que nuestro país crecerá un 4,6 %. Hace sólo cuatro meses, en julio, estimó que creceríamos un 6,2 %. Es un importante recorte de 1,6 puntos y se queda muy lejos de la previsión del Gobierno, que defiende sus cuentas y mantiene que el PIB subirá un 6,5 % este año. Foto: Getty Images

La Comisión Europea calcula que la economía española crecerá un 4,6 % en 2021, lo que supone un recorte de 1,6 puntos porcentuales en comparación con la estimación que hizo en julio, mientras que el aumento el nivel de precios al cierre de este año se situará en un 2,8 %. La nueva actualización de las previsiones económicas del Ejecutivo comunitario apuntan también a una expansión del PIB de España del 5,5 % en 2022, para después reducir su crecimiento hasta el 4,4 % un año después.

Estos datos contrastan con el optimismo del Gobierno, que en su último cuadro macroeconómico contempla una subida del PIB del 6,5 % este año y una expansión que alcance el 7 % un año después. Con los cálculos de Bruselas, España será la última de las cuatro grandes economías del euro en recuperar el nivel de PIB anterior a la crisis: no lo hará hasta el primer trimestre de 2023, mientras que Alemania, Francia e Italia lo conseguirán antes de que termine 2022. Foto: Getty Images

Desde los años treinta del pasado siglo se mide el Producto Interior Bruto (PIB), que sirve para asignar un valor monetario a los servicios y productos de un país en un momento concreto. Su crecimiento no significa que toda la población se beneficie de ello. Un reportaje de Dani Hernández.

El déficit del Estado ha bajado casi un 6% respecto a 2020 por el fuerte aumento de ingresos y supone cerca del 5% del PIB. Un PIB que ha crecido un 2%, en verano, nueve décimas más que en el trimestre anterior, aunque sigue lejos de las previsiones del Gobierno.

Este dato deja en el aire el crecimiento previsto por el Gobierno para todo el año, un 6,5%. La economía mejora levemente entre julio y septiembre respecto al trimestre anterior, pero no basta para recuperar lo perdido en lo más duro de la pandemia.

Esa lenta recuperación se explica por la caída del consumo, sobre todo, el de los hogares. Algo poco habitual en un verano que ha destacado por el fuerte repunte del turismo nacional. Lo contrario ha pasado con la inversión y las exportaciones, que se dispararon.

Los sectores que más aportaron a la economía fueron servicios e industria, mientras que agricultura y ganadería redujeron su contribución.

Estadística advierte de que esta vez ha recibido menos información adelantada, por lo que podría variar el dato definitivo. Se cura en salud después de que tuviera que reducir a menos de la mitad su estimación del segundo trimestre.

El Gobierno avisa de los riesgos que amenazan el crecimiento en el último trimestre del año: los cuellos de botella en las cadenas de suministro, los elevados costes de la energía y su impacto en la inflación.

EFE/ Vega Alonso Del Val

Gonzalo García Andrés, secretario de Estado de Economía, dice que el dato del PIB es bueno y, aunque no sea definitivo, considera que es congruente con el resto de indicadores económicos: “La economía ha crecido, la recuperación se ha acelerado en este tercer trimestre. Son congruentes con la EPA, etc”. Eso sí, aunque mantiene la previsión de crecimiento anual en el 6.5% reconoce incertidumbre y riesgos: “la previsión no está tallada en piedra. Vamos a seguir analizando los datos. Los riesgos han evolucionado. El riesgo sanitario sigue estando ahí. Tenemos otros riesgos y vamos a integrar todo eso en nuestro análisis”. Entre esos riesgos está la inflación. Defiende que el problema es coyuntural, no estructural, porque la economía “ha estado agazapaga”. Cree que el problema perdurará unos meses hasta que la oferta empiece a reaccionar. Gonzalo García Andrés defiende que los PGE son realistas y que se va a cumplir el déficit. Espera que finalmente se aprueben: “Ahora trabajamos para que se aprueben. Como nos ha mostrado la experiencia de los últimos dos años hay que estar preparados para lo que venga”. Por último, defiende su presencia en la negociación de la reforma laboral: “La coordinación debe existir y siempre se puede mejorar”. Y sobre el fondo, añade: “Seguimos teniendo problemas estructurales y la reforma es esencial. Para nosotros es fundamental que se apruebe antes del 31 y que sea una nueva reforma, que reduzca la tasa de temporalidad acabe con la precariedad y nos permita tener empleo estable y de calidad”.

El Producto Interior Bruto es una medida monetaria de la producción de bienes y servicios de un país en un determinado momento. Tiene dos problemas: no refleja el bienestar social y se tarda un tiempo en completarlo. Por ello el Gobierno recurre a otros instrumentos como indicadores avanzados. La cuestión llega en un momento delicado porque el INE corrigió el dato de PIB a la baja en el segundo trimestre y el ejecutivo sigue confiando en esos otros índices económicos para sostener su previsión de crecimiento intacta.

Un reportaje de Daniel Hernández Baldó.