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Tres años después del inicio de la guerra, hablamos con nuestros enviados especiales a Ucrania, Aurora Moreno y Fran Sevilla, para saber cómo están el país y sus habitantes; analizamos cuál es la situación en el campo de batalla con Angelica Evans, investigadora del Instituto para el Estudio de la Guerra; preguntamos a cuatro ucranianos, Semen, Tatiana, Oleksandr y Tim qué opinan de los particulares planes de paz de Donald Trump para Ucrania y tratamos de explicar cómo se construye la paz con la ayuda de Mabel González Bustelo, experta en procesos de mediación internacional en conflictos armados y políticos. Este es el primero de los tres especiales que hemos preparado con motivo del tercer aniversario de la guerra de Ucrania.

En estos tres años de invasión, Rusia se ha anexionado varias regiones del este y el sur de Ucrania. Y se suman a Crimea, hace una década. Todo indica que los territorios ocupados serán un elemento clave en las negociaciones de paz. Un equipo de RTVE ha estado en la ciudad de Mariúpol; todo un símbolo de la destrucción que ahora Moscú intenta reconstruir.

FOTO: LARA PRIETO

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski no confirma que el acuerdo para que Estados Unidos se haga con los minerales raros de Ucrania esté tan cerca. El presidente ucraniano dice que hay un borrador en el que ya están trabajando representantes de Washington y Kiev, pero no va más allá.

A cambio del acceso exclusivo a esas riquezas que Donald Trump valora en medio billón de dólares, Estados Unidos daría a Ucrania "garantías de seguridad". Todavía no se sabe en qué consistirían. Pero si no lo hace, si no firma, Washington podría cortar el flujo de armas y dinero con el que sobrevive Ucrania.

En lo que Estados Unidos y Ucrania tampoco coinciden es en cómo acabar la guerra. Washington va a llevar a la ONU una propuesta de resolución propia, no pactada con Kiev por primera vez en tres años de invasión rusa, en la que pide que acaben los combates sin reclamar que Ucrania recupere sus territorios.

Para el entorno de Zelenski esto es inaceptable, y creen que socava la posición de Estados Unidos como primera potencia global.

Las fuerzas rusas intensifican sus ataques en los distintos frentes en Ucrania, especialmente en el Donbás. Nuestro enviado especial Fran Sevilla se encuentra en Konstantinivka, localidad estratégica porque da acceso a la capital administra de la provincia de Donetsk, a Kramatorsk. El gobernador provincial ha pedido a la población que evacúe la zona, en la que rige un toque de queda severo. En el otro frente, en Pokrovsk, el ejército ruso sigue avanzando y ya han ocupado dos nuevas localidades.

Limán tenía casi 21.000 habitantes antes de la invasión. Hoy quedan unas decenas de vecinos. El resto han sido evacuados a otras partes de Ucrania o a Rusia. Como casi todas las localidades del frente, se ha convertido en una ciudad fantasma. Las actividades se han reducido a lo elemental, y la escasa vida que queda aquí se desarrolla bajo la superficie. Dos vecinos, Viktor y Valentina, llevan viviendo seis meses en el sótano de su casa, un pasillo de dos metros de largo por uno de ancho. Para otros, no vale la pena huir de Limán. "¿A dónde ir y para qué?", responde Natalia, otra ciudadana, "todo es igual en todas partes".

Los enviados especiales a Ucrania, Aurora Moreno y David Velasco, han visitado una fábrica de drones en una ubicación secreta: "Estos centros se han convertido en uno de los objetivos más buscado por el Ejército ruso". Allí trabajan todos los días del año para producir 1.000 drones al día. "Son un polígono de pruebas, de investigación en tecnología, sobre todo para evitar la interceptación de estos aparatos", nos explica el director del taller. Cada pieza se fabrica en diferentes talleres a lo largo del país y una organización de exsoldados noruegos, Veteran Aid Ukraine, se encarga de llevarlos al frente. Estos drones han cambiado la guerra: uno pequeño puede costar unos 2.500 euros puede acabar con un tanque de dos millones y medio de euros.