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La espiral bélica que vive el planeta ha despertado a todos aquellos que tenían el sueño de acercar la paz en el mundo. Hoy, el mundo tiene activos casi 60 conflictos que implican de una forma u otra a cerca de 90 países en un círculo vicioso que hace que sean cada vez más, las armas que se venden el mundo. Según el informe que de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, son cada vez más lo países que utilizan artefactos explosivos que pueden durar años en el suelo.

Según la recopilación de datos anual que publicada cada año esta coalición mundial de ONG's, más de 5.700 personas fueron víctimas, entre muertos y heridos, por las minas antipersonas: bombas que se dejan en el suelo para intentar evitar el avances de soldados o grupos armados. Según este estudio, Rusia es el país que mayor despliegue ha hecho de estas minas en territorio ucraniano y el gobierno de Kiev asegura que cada día muere al menos una persona que trabaja en el campo. Por eso, la decisión de Estados Unidos de proveer de minas antipersonas a Ucrania ha provocado la indignación de las organizaciones pacifistas.

Millones de ucranianos ya se enfrentan a jornadas de 12 horas sin electricidad por los últimos ataques a gran escala del presidente ruso Vladimir Putin. Son ataques selectivos con misiles y drones kamikazes para destruir las centrales de suministro que, de hecho, ya han puesto en riesgo sistemas de seguridad nucleares. 

Ante esta amenaza energética la población se encamina a nuevo invierno, el tercero desde el comienzo de la guerra, en febrero de 2022, con un 70 % de infraestructuras dañadas y se preparan con recursos como instalación de paneles solares o pequeños generadores comunitarios para cargar sus baterías. Está comprometido hasta el uso del agua y la posibilidad de cocinar.

 En el podcast "Diario de Ucrania" en RNE hablamos con la experta en energía, Olena Pavlenko para conocer mejor cómo piensan resolver estos problemas los ciudadanos ucranianos.

Siete de cada diez infraestructuras energéticas ucranianas están dañadas por los ataques rusos y no hay ninguna región del país que se libre de los apagones. ¿Cómo afrontan los ucranianos el que todo apunta que será el invierno más duro de lo que va de guerra? ¿Qué soluciones han encontrado para que los cortes de energía alteren lo menos posible su vida cotidiana? Lo analizamos con Olena Pavlenko, presidenta de Dixi Group y experta en el sistema energético ucraniano.

Además, analizamos la situación política en Rumanía y el impacto que ha tenido la guerra de Ucrania en la sorprendente victoria de Calin Georgescu en la primera vuelta de las elecciones presidenciales que se celebraron hace unos días. Lo hacemos con la ayuda de Gennadi Kneper, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Primer día del nuevo presidente del Consejo Europeo, António Costa, y la jefa de la diplomacia comunitaria, Kaja Kallas. Ambos han estrenado su mandato en Kiev para mostrar su apoyo a Ucrania. Allí les ha recibido Volodímir Zelenski, que ha insistido en que entrar en la OTAN es vital. Costa le ha prometido 1.500 millones al mes de ayuda durante un año.

Foto: Ansgar Haase/dpa

Los trabajadores de las centrales eléctricas ucranianas luchan en su frente particular de la guerra. Se afanan en reparar lo que Rusia destroza con misiles que dejan a más de un millón de ucranianos en apagón total. En esta instalación, de la que por seguridad no pueden dar la ubicación, trabajan sin descanso para seguir suministrando energía a los ciudadanos a pesar de los bombardeos que se ciernen sobre ellos.

Rusia considera las instalaciones energéticas como un objetivo legítimo de la guerra. Esta planta ha sido atacada en múltiples ocasiones en el último año. El Kremlin ha amenazado con golpear nuevos objetivos con misiles hipersónicos, incluidos los centros de decisión de Kiev.

Josep Borrell se despide como alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores en 'Las Mañanas de RNE' con "una enorme frustración" por la incapacidad para parar la masacre en Gaza. "La tregua en Líbano es muy frágil, pero, por lo menos, no va a llevar un cortejo de muertos y destrucción. En cambio, en Ucrania las cosas van peor, no podemos estar satisfechos de cómo van las cosas", asegura Borrell. Sobre la situación en Gaza, el alto representante considera que el mundo no es consciente de lo que está pasando allí. "No somos capaces de conseguir que se abran las puertas y entre ayuda para que los palestinos sobrevivan".

Respecto a cómo afectará en Ucrania la llegada de Trump a la Casa Blanca, Borrell insiste en que dejar de ayudar a Ucrania "y ponerla de rodillas delante del Kremlin sería una manera rápida, pero profundamente injusta y dramática de acabar una guerra". "Yo no quiero que esa sea la forma de acabar esa guerra. ¿Trump la quiere acabar así? ¿Tiene otra solución? No lo sabemos". Josep Borrell asegura que el mundo "está mucho peor" que hace 5 años y subraya que "hay que espabilar, hay que levantarse y ponerse a trabajar". "La guerra de Ucrania fue un despertar. Los tiempos son difíciles y la posición de Europa es frágil".