“Aquí empezó todo”, explica la corresponsal de RTVE, Ana Jiménez, desde Túnez. Hace diez años el joven Mohamed Bouazizi, vendedor ambulante, se prendió fuego delante del ayuntamiento de su pueblo. Estaba harto y humillado por sobornar, cada día, a la policía para poder vender un poco de fruta. Bouazizi murió, días más tardes, sin saber que había encendido la mecha de la rabia y la indignación de otros cientos de miles de jóvenes. La llamaron la Revolución de los Jazmines por sus manifestaciones pacíficas. Una ola de solidaridad y protestas recorrió el país. Lo que calló la prensa nacional, lo contaron los jóvenes en las redes sociales. Pero Bouazizi murió sin saber que acabaría con 20 años de dictadura de Ben Ali y que se convertiría en mártir.
En el epicentro donde comenzaron las primaveras árabes no han cambiado algunas cosas: sigue habiendo mucho paro entre los jóvenes y graves desigualdades. Pero Túnez ha sido el único en lograr una democracia y en tener una nueva constitución". Bouazizi murió, sin saber, que hizo soñar a millones de jóvenes de otros países como Libia y Egipto. También Yemen y Siria, que siguen en guerra.