(Entrevista de Manuel Sollo). "Coincidíamos en un código básico y lo asumíamos con devoción: culto al trago, prepotencia con las hembras, alevosía con la mamá, desprecio de los débiles y relaciones mierodas con la vida en general". Este es el perfil que presenta del grupo de los Tutti Frutti, uno de ellos, el narrador de "Los Divinos", la nueva novela de Laura Restrepo. Parte de un trágico hecho real: En diciembre de 2016, el arquitecto de 38 años Rafael Uribe Noguera, miembro de una adinerada familia colombiana, secuestra, tortura, viola y asesina a una niña de siete años de un barrio pobre de Bogotá. Después de multitudinarias manifestaciones populares, el agresor fue detenido, juzgado y condenado a 58 años de cárcel por feminicidio e infanticidio. La autora, bogotana residente en Cataluña, reconstruye desde la ficción lo que subyace a estos hechos con la creación de cinco amigos vinculados desde la infancia. Son jóvenes adinerados, de clase alta, que mantienen un pacto de lealtad y dependencia. Desde ese punto de vista masculino, el relato destapa la deriva personal y social en la que germinan el individualismo extremo, el sentido de superioridad e impunidad, el desprecio hacia los débiles y las mujeres, sean familiares, criadas o prostitutas, y la asunción de un poder aparentemente omnímodo, que hace invisible a cualquier víctima, incluso a una menor como la asesinada Yuliana Andrea. Aquí dialogamos sobre los vínculos y los territorios que amparan a los sociópatas.
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(Entrevista de Manuel Sollo). Dijo para la historia Tía Anica la Piriñaca: "Cuando canto a gusto me sabe la boca a sangre". Ese sabor antiguo a arte, sufrimiento y lucha late en cada palabra y en cada zapateo de Antonia Santiago, La Chana, gitana rubia de Barcelona. A los 71 años, ha contado su vida en el libro "La Chana. Bailaora" (Capitán Swing), escrito en colaboración con Beatriz del Pozo. Rememora sus dos épocas de esplendor: entre 1966 y 1979 y entre 1985 y 1991, pero también los muchos padecimientos de una biografía azotada por la violencia machista de un marido con el que fue obligada a casarse a los 17 años y que la obligó a retirarse a los 33. Entre medias, La Chana recuerda una infancia feliz pese al hambre de la posguerra, relata cómo aprendió sola, a escondidas, los ritmos flamencos y cómo gestó su genial recreación, el rechazo de la familia -porque "una artista no puede ser una mujer honrada"-, sus primeros éxitos en tablaos de Cataluña y Madrid. Fiel a la Iglesia Evangélica, fue Peret quien la animó a volver a los escenarios. Recorrió el mundo con el espectáculo "Cumbre flamenca", se volvió a casar y lo dejó por voluntad propia. Ahora baila en una silla. Lo hizo en Nueva York en abril de este 2018; ese mes recibió el Premio Nacional de Cultura Gitana del Ministerio de Cultura. Este volumen, que ahora comparte en la Biblioteca Pública de RNE, tiene su origen en el documental sobre La Chana dirigido por Lucija Stojevic.