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Elon Musk no estaba físicamente en el Capitolio, pero sí estaba muy presente. El hombre más rico del planeta había llevado a la Cámara de Representantes y a todo el país, a una situación límite. Se ha hecho más evidente que nunca su influencia sobre el presidente Donald Trump, con quien ya se sabe, forma una dupla inseparable.

Empezamos por el principio:toca aprobar en el Congreso los presupuestos federales, necesario para financiar los servicios y ayudas que dependen del Gobierno y los salarios de sus trabajadores. Republicanos y demócratas habían cerrado un acuerdo, pero hace unos días, Elon Musk empieza a criticarlo con un aluvión de mensajes en X, su red social. Trump se pone de su parte y los congresistas republicanos rompen el pacto.

El presidente electo añade una exigencia: quiere que se suspenda el techo de gasto hasta 2027. Aunque Trump tiene el objetivo de recortar el gasto público -y precisamente ha encargado a Musk esta tarea-, necesita suspender el techo de gasto para cumplir su gran promesa electoral: la costosa deportación masiva de inmigrantes... o para poder bajar impuestos. Los demócratas no ceden.

Al final, in extremis y al tercer intento, han aprobado una financiación provisional, para seguir funcionando durante los próximos tres meses. ¿Qué hubiera pasado sin acuerdo? 875.000 trabajadores federales hubieran dejado de trabajar y 14 millones, los considerados esenciales, hubieran trabajado sin cobrar su sueldo. El acuerdo salva los muebles y le permite a Trump que la votación definitiva se aplace hasta marzo, cuando los republicanos controlarán las dos cámaras del Congreso.

Foto: AFP

Se acerca la fecha de su investidura y Trump no se libra del veredicto que pesa contra él en la corte de Nueva York. Acaba de perder una de sus principales escapatorias, y si nada cambia, será el primer presidente convicto de Estados Unidos. El juez Merchan concluye que no tiene inmunidad presidencial en este caso, pese a que el Tribunal Supremo dictaminó hace meses que los expresidentes no pueden ser procesados por sus actos oficiales en el cargo. Sin embargo, el magistrado considera que las falsificaciones contables de Trump para encubrir escándalos sexuales en las elecciones de 2016, no eran actos oficiales.

Poco antes de este revés judicial, Trump celebró su primera rueda de prensa desde las elecciones. Insistió en que su plan arancelario les hará ricos. Sobre Ucrania, considera estúpido que Biden autorizara el uso de misiles de largo alcance contra Rusia a las puertas de su presidencia y apunta a que podría revertirlo.

De gran detractor, a máximo defensor del bitcoin. Donald Trump promete un espaldarazo sin precedentes a esta criptomoneda al anunciar la creación de una reserva estratégica de bitcoin en sus primeros 100 días de gobierno. Su plan: comprar un millón de unidades en los próximos 5 años y convertir a Estados Unidos en el mayor propietario de bitcoins del mundo.

Para comprar criptomonedas, Trump se plantea incluso vender el oro de la Reserva Federal. Lingotes y certificados de propiedad de ese metal precioso, almacenados durante décadas, y que valen más de 600 millones de dólares en el mercado actual. En los últimos meses, los denominados bitcoiners, aquellos que poseen y especulan con bitcoin, se han convertido en un lobby dentro de Estados Unidos clave para el cambio de opinión de Trump. Asimismo, en el nuevo equipo de Trump hay gente como David Sacks, conocido como el zar de las criptomonedas.

Nos ha presentado a Daniel, cuyo padre fue esclavo y que sueña con el día en que no importe el color de la piel. También conocimos a Cristina: su hijo murió con 28 años por una sobredosis de heroína y fentanilo; y nos llevó a la frontera con México, donde Tim lidera una patrulla de voluntarios armados para cortar el paso a los migrantes. Son solo tres de las miles de historias que esconde un país enorme como Estados Unidos. A la periodista de TVE Cristina Olea se le hacía corto el minuto y poco de una crónica del Telediario y decidió contarlas con más calma y detalle en su libro 'La gran fractura americana'.

Foto: TVE

El hombre más rico y el presidente electo de la primera potencia han celebrando juntos el Día de Acción de Gracias, han ido juntos a un lanzamiento de cohetes, a un combate... Parecen tan inseparables que algunos han apodado a Elon Musk 'primera dama'. Su alianza con Trump empezó en plena campaña electoral. Musk donó millones y sorteó polémicos cheques a votantes y hasta se ofreció para pedir el voto puerta a puerta. En su red social, X, publicita las ideas de Trump: mano dura con la inmigración y muerte a la burocracia. También opina sobre los candidatos para el nuevo Gobierno. Musk ha sido elegido por Trump para dirigir una comisión nueva, para hacer recortes drásticos: eliminar normas, gastos y personal. Tiene experiencia: cuando compró Twitter despidió a más de la mitad de la plantilla.

Foto:  Kena Betancur/AFP

Hace cinco años y medio sorprendía esta imagen: las llamas devoraban la cubierta y la icónica aguja de Notre Dame. El presidente Emmanuel Macron salía enseguida al paso: "La vamos a reconstruir". Y así ha sido.

La catedral reabre con una gran ceremonia para alegría de unos y desesperación de otros, por las molestias que provoca el despliegue de seguridad. París se blinda para recibir a 40 jefes de Estado y de Gobierno. Entre ellos, el presidente alemán, los reyes belgas, la todavía primera dama estadounidense o el presidente ucraniano.

Está previsto que Volodímir Zelenski se reúna con Macron antes de la ceremonia, igual que Donald Trump. Es su primer viaje a Europa desde que ganó las elecciones y Macron busca convencerle de que apoye a Ucrania.

El presidente francés aprovecha la reapertura de Notre Dame para reforzar su figura de líder internacional mientras en casa todavía tiene varios incendios por apagar: con sus niveles de popularidad en mínimos y un país sin Gobierno, porque el primer ministro que él designó, con polémica, ha caído tras una moción de censura.

Foto: EFE/EPA/TERESA SUAREZ