El desenlace de estas elecciones parece abocar a Italia a la etapa de los gobiernos inestables que ha vivido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con la excepción de los ejecutivos de Berlusconi. El resultado electoral lleva impreso un mensaje de hartazgo. Según algunos analistas, los italianos han votado con la panza y con el sentimiento y han apostado por dar un cheque en blanco al Movimiento Cinco Estrellas que, ahora, cambiará el megáfono por el micrófono y saltará de la plaza al escaño.