No es la primera vez que sale de casa desde que está en arresto domiciliario, pero en la cita de este lunes Dominique Strauss-Kahn se jugaba bastante más que en la revisión médica de la semana pasada.
El exdirector del FMI ha llegado al tribunal agarrado del brazo de su mujer, con la que ha recorrido -apresurando el paso- la distancia entre el coche y el tribunal. ¡"Avergüénzate!", le gritaba un grupo de camareras llegadas de los mejores hoteles de la ciudad para "que se haga Justicia seas quien seas". La lucha contra el acoso sexual en los hoteles se ha convertido en bandera porque, días después de la detención de Strauss-Kahn, fue detenido un banquero egipcio acusado de lo mismo.
Pero en la sesión de este lunes de lo que se trataba era de que el exdirector del FMI se declarara culpable o no culpable. Y no ha habido ninguna sorpresa: ha negado los cargos porque, en cuanto se analicen las pruebas, "quedará claro que no ha habido coacción por la fuerza", ha dicho su abogado, confirmando que la estrategia de defensa apunta al sexo consentido.
Pero el fiscal asegura tener pruebas contundentes de violación y el abogado de la mujer, aparte de negar la existencia de un montaje, ha dado algunas pistas: vendrá a declarar públicamente y contar lo que Strauss-Kahn le hizo. Y sus palabras, aparte de alimentar el morbo en torno a una mujer de la que no se conoce ni el nombre, disipan los rumores sobre un pacto para que la presunta víctima retire la acusación.