Con motivo de su centenario, ‘Informe Semanal’ profundiza en el particular universo de Eduardo Chillida. De la mano de algunos de sus hijos, desentraña su personalidad y su particular visión del mundo. Como Pedro, quien asegura que "nunca hacía nada que no fuera lo que él creía que era su deber". O Mikel, que comenta: "Era un disfrutón. Disfrutaba mucho de las cosas, pero de las cosas que le gustaban, su trabajo y su familia".
Para la catedrática de Arte María Bolaños, "fue un artista que desde el primer momento tuvo una proyección internacional muy grande. Un artista que supo encontrar algo que la época necesitaba". Y donde mejor se entiende su esencia creativa es en el caserío de Zabalaga, en su museo en plena naturaleza Chillida Leku. Allí, encontró su lugar en el mundo para abrir su obra a los demás. Su voluntad era que la obra fuera de todos para convertirla en lugar de encuentro, donde no hace falta comprender, sólo sentir.
Chillida se hacía preguntas constantes para buscar su lenguaje, desde sus comienzos creativos en París y sus primeras obras en yeso, hasta su encuentro con el hierro. Cuando instalaron 'El peine del viento' en San Sebastián en 1977, la ciudadanía lo criticó. Hoy, es icono de la capital guipuzcoana y se mimetiza con la roca. Sufrió particularmente con su desencuentro con Jorge de Oteiza, que duró casi 30 años. El abrazo de Zabalaga en 1997 entre los dos escultores vascos, casi al final de sus días puso fin a aquel episodio.
Sin embargo, como cuenta Mikel Chillida, "nada le hizo más daño que Tindaya", probablemente la más agria colisión entre ecologismo y arte en el país. Su pretensión de vaciar la montaña para que "el ser humano sintiese su pequeñez" chocó con el rechazo de muchos. En todas sus épocas, su mujer, Pilar Belzunce, le facilitó todo para dejarle volar, para expresarse y crear sus más de 1.400 obras en hierro, madera, papel, alabastro, acero y barro que hoy son su legado. Bajo la cruz del vacío, su última obra, a la sombra de un gran magnolio, descansan los restos del artista y de su inseparable compañera de vida.