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El auditorio ha quedado carbonizado. Algunos cuerpos han aparecido entre los escombros. El comité oficial que investiga el ataque busca pruebas en el lugar del suceso y ha mostrado algunas de las armas largas automáticas y la munición que llevaban los terroristas. Los atacantes se dieron a la fuga después de prenderle fuego al edificio usando líquidos inflamables. Un día después de la matanza, las autoridades han detenido a 11 personas, entre ellas los cuatro supuestos autores materiales. Los han capturado cerca de Briansk, en la frontera con Ucrania. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha dicho que los detenidos pretendían huir hacia Ucrania, donde tenían contactos que ya les habían preparado una vía de entrada.

Foto: Olga MALTSEVA/AFP

Rusia ha sufrido muchos ataques terroristas en las últimas décadas. Los más graves, a finales de los 90 y principios de los 2000. Precisamente, entonces llegó al poder Vladimir Putin, que acaba de iniciar su quinto mandato. En 1999, varias explosiones en bloques residenciales mataron a más de 300 personas en tres ciudades rusas, incluida Moscú. El Kremlin acusó a terroristas chechenos y sirvió a Putin para justificar la segunda guerra de Chechenia. En 2002, militantes chechenos secuestraron el teatro Dubrovka, en la capital rusa. Hubo 130 muertos, muchos provocados por el gas tóxico que usaron las fuerzas rusas, tras una crisis de rehenes que duró varios días. 2004 fue uno de los peores años. Hubo varios ataques: terroristas suicidas causaron la muerte a decenas de personas en el metro de Moscú y provocaron explosiones en dos aviones. La masacre en la escuela de Beslán conmocionó al país. Militantes chechenos armados irrumpieron en una fiesta de inicio de curso. Hubo 334 muertos, más de la mitad niños. Los atentados suicidas se repitieron en el metro de Moscú en 2010, por parte de grupos rebeldes del Cáucaso Norte, con 40 víctimas mortales. En 2011, en un aeropuerto moscovita murieron más de 40 personas. En 2015, el grupo terrorista Estado Islámico derribó un avión de pasajeros ruso cuando sobrevolaba Egipto y mató a 224 personas . En 2017, otro atentado suicida golpeó el metro de San Petersburgo. Dejó 14 muertos.

Foto: Bomberos y trabajadores de los servicios de emergencias transportan a una mujer, víctima del atentado terrorista ocurrido en el metro de San Petersburgo el 3 de abril de 2017 (EFE/Anton Vaganov)

El terrorismo yihadista no es nuevo en Rusia. Grupos procedentes de Asia Central y del Cáucaso ya han cometido atentados en el pasado. Según informes de Inteligencia, durante la guerra civil en Siria muchos yihadistas salieron de la Federación Rusa y otras ex repúblicas soviéticas para combatir a Bachar Al Asad, apoyado por el presidente ruso, Vladímir Putin. Por eso, los terroristas podrían poner de nuevo su foco en Moscú. Ucrania, por su parte, niega cualquier relación con este atentado.

Foto: RUSSIAN INVESTIGATIVE COMMITTEE/AFP

Algunos de los cuerpos han sido encontrados entre los escombros de este edificio que ha quedado calcinado después de ese incendio de grandes proporciones que provocaron los asaltantes tras el tiroteo. El fuego ya está completamente extinguido.

El Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso ha detenido a once personas relacionadas con el atentado perpetrado en una sala de conciertos a las afueras Moscú, una masacre que ha dejado 133 muertos y cientos de heridos. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha prometido castigar a los responsables en su primer intervención televisada tras el ataque.

Foto: UGC/AFP

Manuel Gazapo Lapayese, director del Observatorio Internacional de Seguridad, nos cuenta en '14 Horas Fin de semana' que el atentado en Moscú "tiene marca de agua del terrorismo de etiología yihadista" por su modus operandi. "El ISIS-K tiene diferentes bases y está enfrentando con el Kremlin por su apoyo indudable a Tayikistán. Rusia se ha convertido en uno de los principales objetivos del terrorismo de etiología yihadista", explica Lapayese. Considera que hay argumentos suficientemente válidos para que Putin plantee como hipótesis la autoría de Daesh, pero "no lo hace porque no le interesa". "Sería reconocer un fallo dentro de su estrategia de seguridad", y asegura quiere utilizar este atentado como "un arma de munición en su guerra contra Ucrania".

El Servicio Federal de Seguridad ruso ha detenido a once personas relacionadas con el atentado en la sala de conciertos en Moscú, un ataque cuya autoría ha reivindicado el autodenominado Estado Islámico del Gran Jorasán o ISIS-K. Esta facción se fundó en 2015, eran talibanes pakistaníes que decidieron abrazar una rama más radical del Islam, y han amenazado permanentemente a Irán, Afganistán y Pakistán. Los analistas expertos consideran que están tratando de expandir su acción hacia Estados Unidos, Europa y Rusia, por sus intervenciones en Siria, Chechenia y Afganistán. Informa Fernando Martínez.

Entrevista en el Canal 24 Horas a Nicolás De Pedro, investigador principal en el CIDOB especializado en el espacio postsoviético, que ha asegurado que no hay ningún indicio que relacione a Ucrania con el Estado Islámico, organización que ha reivindicado el ataque en una sala de conciertos de Moscú este viernes. Hacía referencia a las acusaciones vertidas por Moscú, que asegura los autores del atentado se dirigían hacia la frontera entre Rusia y Ucrania y tenían contactos del lado ucraniano.

"Hay que ser cauteloso con la utilización política que se puede hacer de este atentado con respecto a la guerra", ha advertido el experto.

Foto: REUTERS/Yulia Morozova