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El ministro español de Exteriores y Cooperación en funciones, José Manuel García-Margallo, ha asegurado este lunes que la propuesta presentada por Turquía a los líderes de la Unión Europea (UE) para atender a demandantes de asilo es "inaceptable" y que España rechazará expulsiones colectivas de refugiados. La Comisión Europea ha defendido que el acuerdo alcanzado entre los líderes de la UE y Turquía para deportar a este país a todos los inmigrantes que lleguen a Grecia, incluidos los refugiados sirios, es un acuerdo legal, tras las críticas del ministro español.

Apenas una decena de kilómetros separan las costas turcas de la isla griega de Lesbos. Esa es la ruta por la que llegan casi todos los refugiados arriesgando su vida. En lo que va de año, se calcula que han sido unas 83.000 personas. Su destino es mayoritariamente el centro y el norte de Europa, pero quedan atrapados en suelo griego por el cierre de las fronteras.

En la ciudad de las tiendas de campaña y ante la ausencia de perspectivas, las principales ocupaciones de los refugiados, casi 5.000 de ellos niños, son no morir de frío, hacer cola para no morir de hambre y pedir, una y otra vez, que abran la frontera.
 

Las condiciones de vida de los refugiados en Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia, empeoran cada día. El Gobierno griego intenta realojarlos en otros campamentos y espera que Idomeni se vacíe en el transcurso de la próxima semana. Pretende que la gente entienda que no tiene sentido esperar allí ante una frontera clausurada.

Se endurece el cerco en la ruta de los Balcanes que emprende la mayoría de los refugiados: Eslovenia sólo deja pasar a quienes pidan asilo en su país, mientras que Serbia lo hará exclusivamente a quienes tengan pasaporte o visado. Macedonia ha cerrado también su frontera con Grecia lo que mantiene atrapadas a miles de personas al otro lado, en el campamento de Idomeni.

La UE trabaja a contrareloj para presentar una postura consensuada en esa cumbre extraordinaria sobre refugiados que celebrará con Turquía. Las decisiones políticas que puedan acordarse en ella sobre el control de fronteras y el flujo migratorio, se enfrentan a una realidad cada vez más dramática y apremiante: la que están viviendo miles de personas bloqueadas en la frontera entre Grecia y Macedonia