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Las cinco defensas del juicio por el asesinato de Samuel Luiz han mantenido este viernes que no hay pruebas que vinculen directamente a los acusados con la agresión mortal. También han indicado que los dos acusados que pegaron a la víctima solo lo hicieron al inicio del ataque, luego se retiraron. Además, han dejado claro que sus clientes nunca tuvieron intención de matar.

"Si pudiera darle mi vida a Samuel, yo se la daba sin pensar", ha aseverado Diego Montaña, el acusado de iniciar la agresión, ya que pensó que la víctima le estaba grabando cuando realmente estaba haciendo una videollamada. Los investigados se enfrentan a penas de entre 22 y 27 años de prisión, si bien se abren a una reducción en los casos de Alejandro Míguez y Catherine Silva, si son considerados solo cómplices, de 13 y 14 años y 6 meses, respectivamente.

Este miércoles es el turno para los últimos tres acusados en el juicio por el asesinato de Samuel Luiz. En la recta final del proceso hemos escuchado a Diego Montaña, que se enfrenta a 25 años de cárcel. Este investigado se ha declarado inocente, pero ha admitido que pegó a Samuel y ha pedido perdón. Solo ha respondido a las preguntas de su abogado y ha contado que aquella noche había bebido mucho alcohol. Además, ha añadido que la única imagen que tiene en la cabeza es la de él mismo, golpeando a la víctima.

Hoy es un problema excepcional, no es lo de siempre, hemos tenido aquí con nosotros una persona muy interesante, Juan José del Águila que ha sido magistrado, fue abogado laboralista y autor en derecho, yo diría que es un auténtico investigador e historiador de una parte de nuestro derecho muy importante, que es la justicia durante la dictadura.

Además, hemos tenido la suerte de entrevistar al autor del libro ‘Ruido de togas’. Hemos podido escucharle y nos gustaría que todos supiéramos la necesidad de contar con la historia, porque nuestra historia somos nosotros, son los que vinieron antes que nosotros y los que hicieron un camino que nos hemos encontrado, y a veces hay que procurar no caer en el mismo fango.

Hace una década, durante el mandato del presidente Barack Obama, ganó popularidad la idea de reformar el sistema penitenciario, pero su sucesor en el cargo, Donald Trump, recuperó el discurso de la ley y el orden, de la mano dura contra el crimen. La vicepresidenta y aspirante demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris —fiscal de carrera— busca un equilibrio, ya que se vende a sí misma como una fiscal progresista que castiga a los delincuentes, pero de forma proporcional y buscando la reinserción.

Foto: Stateville Correctional Center en Crest Hill, estado de Illinois (AP Photo/Erin Hooley)