El 11 del 11, la fecha con más 'unos' del año, es el Día del Soltero. Se trata de un reclamo comercial que surgió en China hace casi 30 años y, hoy por hoy, es el mayor día de compras del mundo. El año pasado las ventas alcanzaron los 50.000 millones de euros, la mayoría por internet.
El fuerte dispositivo policial y militar que controla la frontera entre Polonia y Bielorrusia dificulta el trabajo humanitario de asistencia a los migrantes, que están en condiciones muy duras, sin comida ni bebida, y soportando temperaturas bajo cero... Un equipo de TVE ha podido hablar con algunos de estos activistas y ver cómo prestan su ayuda sobre el terreno.
El pasado 1 de noviembre, tres civiles argelinos murieron en un bombardeo que Argelia atribuye a Marruecos. Es el último episodio de una relación que se ha deteriorado mucho en los últimos meses. Con el conflicto del Sáhara Occidental como telón de fondo, las dos potencias del norte de África se enfrentan en el terreno diplomático y por el liderazgo regional. Es un reportaje de Guillaume Bontoux.
Estos días atrás, las autoridades polacas cuantificaron entre 2.000 y 4.000 el número de personas concentradas frente al paso fronterizo de Kuznica. Sin embargo, este jueves eran unas 800, por lo que creen que algunos se han dispersado a lo largo de la valla, informa Miguel Ángel García, enviado especial de TVE a la cercana localidad polaca de Byalistok.
Bielorrusia afirma que en total son unas 4.000 personas, pero Polonia calcula que puede haber entre 12.000 y15.000 migrantes intentando cruzar la frontera entre ambos países, 350 kilómetros que en su mayor parte siguen el cauce del río Swislocz.
Si alguno de ellos consigue cruzar al lado polaco, los soldados y policías allí apostados (unos 15.000 efectivos) les devuelven "en caliente", incumpliendo el convenio de Berlín que establece que tienen derecho a solicitar asilo. A comienzos de semana, cuando la vigilancia no era tan férrea, algunos consiguieron pasar.
Hablamos con Blanca Garcés-Mascareñas, investigadora del Barcelona Centre for International Affairs (CIBOD), de la crisis humanitaria entre Bielorrusia y Polonia. Asegura Garcés-Mascareñas que ha sido la propia Unión Europea la primera responsable de este uso de las crisis migratorias como arma política por parte de los diferentes gobiernos.
La lucha contra el cambio climático está transformando el mundo, nuestra economía, nuestro modelo de crecimiento y transforma nuestros entornos, y, por supuesto, también nuestras ciudades. En la recta final de la COP26 de Glasgow, y con las negociaciones en marcha, hablamos del proceso de cambio en el que están inmersas con tres expertos, María Langarita, arquitecta del estudio Langarita-Navarro, experta en urbanismo y profesora de la Universidad Politécnica de Madrid; Ana Díez Bermejo, arquitecta y miembro del Grupo de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Sostenibilidad de la Universidad Politécnica de Madrid y Jaime Armengol, coordinador del proyecto Mobility City.
Unos dos mil migrantes venidos de Oriente Medio, entre ellos familias enteras con niños, se agolpan desde hace días al otro lado de la valla fronteriza, coronada con concertinas, que separa Polonia de Bielorrusia. Las fuerzas de seguridad polacas, en un despliegue con 15.000 efectivos y que incluye al Ejército, les impiden saltar la valla y entrar en su territorio, que es también el de la Unión Europea.
Varsovia y Bruselas acusan al régimen del presidente bielorruso Alexander Lukashenko de haber orquestado esta crisis y de usar a los migrantes como carne de cañón en su enfrentamiento con la UE, que ha impuesto sanciones a Minsk por las últimas elecciones, consideradas fraudulentas, y su represión de los opositores.
Mira Milosevich-Juaristi, investigadora del Real Instituto Elcano (RIE), asegura que Lukashenko usa a los migrantes para destabilizar la UE. Bruselas no puede premiar a Bielorrusia por una crisis que ella misma ha creado pactando un tratado como el que firmó en 2015 con Turquía para gestionar la migración y que no llegue a las fronteras de la UE.
En esta crisis, Rusia está respaldando a su aliado, Bielorrusia.
Miles de migrantes continúan atrapados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. El gobierno polaco ha militarizado la zona con unos 15000 soldados. Varsovia estudia varias medidas, como el cierre total de la frontera o convocar a los miembros de la OTAN. Mientras tanto, prosiguen las amenazas del presidente bielorruso, Lukashenko, que amaga con cortar el gas a Europa si se imponen más sanciones.
La UE seguirá tomando medidas contra el régimen de Lukashenko por lo que considera un grave ataque a sus fronteras. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, anuncia que se actuará en tres frentes: conseguir que llegue a la zona ayuda humanitaria, aprobar un paquete de sanciones a Minsk que incluya a las aerolíneas que permitieron la entrada de miles de personas y un debate en la ONU sobre lo que está pasando. Informa la corresponsal en Bruselas, María Carou.
Les contamos la situación de miles de migrantes en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Hablamos con Ruth Ferrero Turrión, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, sobre lo que está sucediendo en esa zona de la frontera este de la Unión Europea. Viajamos hasta Glasgow para saber los detalles del borrador de un posible acuerdo para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados.
Lafrontera de Polonia con Bielorrusia está totalmente militarizada ante la crisis migratoria. En la zona, la gente tiene miedo, sobre todo los mayores, que vivieron la posguerra de la dominación soviética. Tienen miedo de que entren en sus casas, no saben qué va a pasar. Sin embargo, probablemente pocos habitantes de la zona han visto a migrantes de Oriente Medio. En algún punto de algún bosque de la frontera de Polonia, miles de seres humanos a la intemperie están tratando de entrar en Europa. Y Europa tiene miedo.
Hablamos sobre los motivos que llevan al régimen de Aleksander Lukashenko a presionar a sus vecinos europeos usando a miles de migrantes, que intentan cruzar la frontera. Para ello hablamos con Ruth Ferrero Turrión, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid.