Una mancha en la que apenas se distinguían formas y colores. Así llegó el lienzo al taller de restauración. Un esfuerzo que para el Prado no merecía la pena, salvo que ocultara a un gran pintor.Y no un "anónimo madrileño", quizás copia de un Tiziano perdido, sino un original. Uno que, además, ayudaba a entender mejor cómo pintaba el maestro veneciano.
Ser el más cotizado del siglo XVI significaba que tras cada cuadro, alguien pediría una copia. Tiziano se adelantaba al encargo; calcaba la composición en un nuevo soporte y la guardaba en el taller.Tiziano adaptaba el cuadro al destinatario sin modificar sustancialmente la base. Y eso explica que la radiografía de un cuadro saque a la luz la obra anterior.
Entre las tres copias que hizo de San Juan Baustista pasaron 35 años. Esta es la primera, que se conserva en Venecia; esta, la última, guardada en El Escorial. Entre ambas, menos dibujo, y una pincelada más deshecha... Y también el cuadro del Prado, que Tiziano debió pintar hacia 1555. Y que, como dicen aquí, más que restaurado ha sido...resucitado.