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EE.UU vive con maxima expectación las horas previas al segundo debate presidencial entre el candidato democrata a la reelección Barak Obama y el candidato republicano Mitt Romney. La incógnita está en si Obama podrá mejorar su actuación del primer debate y superar a Romney que hay ido ganando posiciones en los sondeos.

Será un debate de preguntas ciudadanas, un forma que cumple ya 20 años en EEUU. Ambos candidatos deberán responder a las preguntas formuladas por unos 80 votantes indecisos.

Mónica Perez de las Heras, periodista y experta en programación neurolingüística (16/10/12).

Todo preparado en la Universidad Hofstra de Hempstead (Nueva York) para el segundo cara a cara entre el presidente y candidato demócrata a la reelección, Barack Obama, y el aspirante republicano, Mitt Romney. El formato del programa, del tipo "Tengo una pregunta para usted", se lo pone más difícil a los candidatos, que tendrán que responder directamente a las preguntas del público. Obama es quién más tiene que ganar o perder, mientras que Romney intentará repetir su éxito del primer debate, en el que consiguió aparecer como presidenciable.

En Estados Unidos, a pocas horas del segundo debate entre Obama y Romney la gran pregunta es si el presidente podrá reparar el daño que le causó el debate anterior. Otro tropiezo podría ser fatal para su campaña, hacer un buen papel podría devolverle la ventaja. El presidente Obama se lo juega esta noche casi todo y sus asesores avisan: va a ser bastante más agresivo que en el anterior debate. Y mucha presión también sobre el candidato Romney, que si mantiene la ventaja podría haber sentenciado la carrera electoral. El formato, recordemos, similar al programa Tengo una pregunta para usted. Preguntan 12 ciudadanos que no tienen decidido el voto, contestan primero Romney, segundo Obama a tres semanas justas de las elecciones.

En Estados Unidos hay mucha expectación ante el segundo debate televisado entre Barack Obama y Mitt Romney. El presidente estadounidense tendrá que emplearse a fondo si quiere contrarrestar la victoria del candidato republicano en el primer cara a cara.