Con el anuncio de este nombramiento, la Casa Blanca trata de acallar la polémica desatada en los últimos días por el cese del director del FBI, James Comey. El fiscal Mueller contará con amplios poderes y autonomía para llevar a cabo sus investigaciones. "Ningún político en la historia ha sido tratado peor o más injustamente", ha dicho Trump, sumido, para muchos, en la peor crisis de su mandato.
El Departamento de Justicia de EE.UU.ha nombrado este miércoles al ex director del FBI Robert Mueller como "investigador especial" para supervisar las pesquisas sobre la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones de 2016. Mueller sustituye al frente de la investigación a James Comey, director del FBI hasta la semana pasada, cuando fue destituido por el presidente Trump.
El nuevo fiscal especial dirigió el FBI durante doce años (el segundo más duradero de la historia) bajo las presidencias del republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama, hasta su retirada en 2013. A Mueller le sucedió Comey.
Como fiscal especial, Mueller estará formalmente bajo el presidente y el Departamento de Justicia, pero podrá decidir si eleva o no consultas sobre sus hallazgos, podrá promover la presentación de cargos criminales y solicitar medios adicionales.
Según el relato de varios medios locales, el presidente de Estados Unidos pidió al entonces director del FBI, James Comey, que no siguiera investigando al ex asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, por sus contactos con las autoridades rusas. La Casa Blanca, en cualquier caso, lo niega.
El presidente de EE.UU. , Donald Trump, habría pedido en febrero pasado al entonces director del FBI, James Comey, que pusiera fin a una investigación sobre los nexos con Rusia del exasesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, según ha informado este martes el diario estadounidense The New York Times.
El presidente de Estados Unidos ha recalcado que tenía "derecho" a trasladar información sobre los intentos del Estado Islámico de atentar con portátiles a bordo de aviones al ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov. Sin embargo, el episodio ha desatado una polvareda política, con acusaciones de revelar datos sensibles a Moscú.
Al parecer, algunos de los códigos detectados en los ataques ya fueron usados en el pasado por piratas informáticos de Pyongyang. Después de que Rusia haya acusado a Estados Unidos por el ciberataque, Washington ha querido apuntar a Corea del Norte como principal sospechoso y pone como ejemplo el ataque de 2014 a Sony tras la película sobre Kim Jong-un.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habría revelado información altamente clasificada al ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, y al embajador de ese país cuando los recibió la semana pasada en la Casa Blanca, según ha informado este lunes el diario estadounidense The Washington Post.
Tras esta publicación, la Casa Blanca no ha tardado en tildar de "falsa" la filtración publicada este lunes."El artículo es falso", ha apuntado en una breve comparecencia el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, el teniente general H.R. McMaster, quien ha asegurado que Trump no reveló "fuentes, métodos u operaciones militares" a Lavrov.
"Yo estaba ahí, no sucedió", ha insistido McMaster, quien sin embargo ha admitido que Trump y Lavrov hablaron sobre un "abanico de amenazas comunes" incluyendo "amenazas a la aviación comercial".
Trump se habría salido, según el Post, del guión marcado para la reunión con el canciller Lavrov y el embajador ruso en Washington, Serguéi Kislyak, el pasado miércoles para discutir información altamente secreta sobre planes terroristas del Estado Islámico (EI).
Los detalles de esta información son tan secretos que ni siquiera aliados estadounidenses han recibido ese tipo de datos, según aseguran funcionarios estadounidenses en funciones y retirados consultados por el diario washingtoniano.
La información estaría relacionada con la posibilidad de que ordenadores portátiles puedan ser utilizados en vuelo para realizar algún tipo de ataque terrorista, algo que ya ha llevado a EE.UU. a prohibir portar computadoras portátiles en el equipaje de mano en vuelos procedentes de Oriente Medio.