En Australia, los incendios amenazan con poner en jaque la economía. Cientos de personas regresan estos días a ver lo que ha quedado de sus casas y sus negocios, arrasadas por el fuego. También el turismo se enfrenta al mayor desafío de su historia según palabras del primer ministro. El Gobierno, fuertemente criticado por su inacción, ha anunciado medidas para prevenir más incendios, pero sus planes están muy lejos de lo que exigen desde distintos sectores.
Las tormentas han dado cierto alivio a la emergencia del fuego en Australia, aunque sigue habiendo más de 100 incendios forestales activos. El Gobierno australiano continúa recibiendo críticas por su gestión contra el cambio climático y de los incendios, que ya han destruido el hábitat del 20% de las especies en peligro de extinción.
En Australia, los incendios han devastado miles de hectáreas de reservas naturales, que eran el hábitat de especies protegidas, como el koala. Un equipo de TVE ha podido acceder a esas zonas arrasadas por el fuego. (Sara Rancaño, enviada especial)
En Australia aumenta a 29 el número de fallecidos en los incendios que asolan el país desde el pasado septiembre. En las zonas rurales, el 90% de los bomberos son voluntarios. Suman unos 72.000 efectivos, y apagar los fuegos depende también de ellos, aunque no cobrarán nada por su esfuerzo.
La Policía australiana ha informado este domingo del fallecimiento de un hombre de 84 años que era tratado por las quemaduras sufridas durante los incendios que asolan el país y que con este ya causado 29 muertos. La lluvia y la bajada de las temperaturas de los últimos días han ayudado a los bomberos a contener las decenas de focos activos en Victoria y Nueva Gales del Sur, el estado más afectado donde se han registrado 21 de las víctimas mortales. Desde el septiembre pasado, los incendios han arrasado una superficie de más de 80.000 kilómetros cuadrados, mayor que la de Irlanda o Panamá, incluidas más de 2.000 viviendas.
La llegada de la lluvia ha ayudado a apagar algunos de los incendios en Australia, pero en el norte del país las tormentas han provocado inundaciones. En Nueva Gales del Sur todavía quedan unos setenta fuegos activos.
La lluvia es la principal aliada para los más de 3.000 bomberos que desde septiembre luchan contra los incendios, que se han cobrado hasta la fecha la vida de 29 personas. Sin embargo, estas precipitaciones, que durarán todo el fin de semana, tienen otra cara menos amable: las inundaciones.
Hasta 80 focos siguen activos en Nueva Gales del Sur y, aunque la lluvia que no caía desde hacía tres meses ha aliviado en parte la situación, ahora se teme por las inundaciones y la contaminación que arrstre el agua.
Australia se quema ante la mirada impotente de todos. Nuestras antípodas, ya acostumbradas a las llamas- arden desde este otoño a un ritmo difícil de entender y de frenar. ¿Por qué se quema con esta velocidad e intensidad? ¿Se puede hacer algo para parar la tragedia? ¿Alguien lo avisó? De ello hablamos con Fernando Valladares, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, especializado en cambio climático, que afirma que el humo ya ha dado la vuelta a la Tierra. Mientras tanto organizaciones mundiales como BirdLife dan la voz de alarma y piden ayuda para especies que se encuentran en peligro de extinción. Con David Howell tratamos este asunto, además del papel del gobierno australiano en la COP25. Además, otras organizaciones como Extinction Rebellion se echan a la calle para denunciar esta situación de emergencia climática. Nos lo cuenta su portavoz Javier de la Casa.
Decenas de koalas heridos en los incendios que asuelan Australia llegan a diario a un improvisado hospital para estos animales, en el parque natural de la Isla Canguro. Muchos de estos marsupiales requieren tratamiento tan urgente que los veterinarios y cuidadores ni siquiera tienen tiempo para darles nombres, y simplemente se refieren a ellos con números.
El gobierno de Australia ha hecho este domingo un nuevo balance de los incendios forestales que arrasan el país. 28 muertos, y ocho millones de hectáreas perdidas. El primer ministro reconoce que se han podido cometer errores y admite, por primera vez, la posible influencia del cambio climático.