La han fotografíado de todas las maneras posibles, aunque algunas muy rebuscadas, no es fácil. Su cabeza de 5 metros hay que encuadrarla. Lleva ahí toda nuestra vida, 125 años. Fue un regalo de los franceses a los americanos por el centenario de la declaración de independencia y su construcción sorteó numerosos problemas de financiación y de transporte la llevaron desde París troceada.
La primera gran reforma le llegó en la década de los 80, se la vistió con un enorme andamiaje. Y entre otras cosas se sustituyó la antorcha.
Después de los atentados del 11S se prohibieron las visitas a la parte más alta, hasta 2009.
Si suben a pie, tienen por delante 354 escalones. Cuando el viento sopla con fuerza la estatua se mueve unos 8 centímetros y la antorcha uno. Pero no se preocupen no se va a ir a ningún lado. Eiffel, el mismo de la torre parisina diseñó su esqueleto.