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Ruanda ha recordado el genocidio que hace 25 años acabó con la vida de 800.000 personas, en medio de la pasividad de la comunidad internacional. Este domingo, ha sido una jornada de homenaje a las víctimas de la mayor masacre de finales del siglo XX. Para no olvidar lo ocurrido y honrar a las víctimas, se han levantado seis memoriales en lugares donde hubo matanzas.

Estamos a las puertas de conmemorar el 25 aniversario del inicio de uno de los peores genocidios del siglo XX: el de Ruanda. El país africano -un cuarto de siglo después- se esfuerza en conseguir que las nuevas generaciones pasen página, cierren heridas.

Al menos 800.000 personas -principalmente de la minoría tutsi- murieron masacradas por los hutus que tomaron el poder después de que un 6 de abril de 1994 se derribara el avión en el que viajaba el entonces presidente.

En Ruanda, sigue el enviado especial de RNE, Santiago Barnuevo.

Han pasado 25 años del terrible genocidio de Ruanda que acabó con 800.000 tutsis en tan solo 10 días. Nuestro compañero Santiago Barnuevo se encuentra allí recogiendo numerosos testimonios de supervivientes como el de Claudine Uwasakindi, que se encuentra en España y con la que hablamos.

Cientos de miles de muertos y millones de desplazados. Ese fue el balance del conflicto entre hutus y tutsis, dos etnias de Ruanda, que se libró en el año 1994 y que fue uno de los más violentos que se recuerdan. Nuestro enviado especial Miguel Molleda fue testigo del horror de lo que allí sucedió cuando visitó los campos de refugiados ese mismo año.

Ruanda ha lanzado un servicio de distribución de medicamentos y sangre mediante drones, lo que le convierte en el primer país del mundo en utilizar aviones no tripulados para repartir material sanitario. Los drones distribuirán sangre a cinco hospitales, que se ampliarán a 21 en el plazo de un año. Los aviones no tripulados tienen capacidad para transportar hasta 1,5 litros de sangre, que liberan con la ayuda de pequeños paracaídas.

Cerca de 200 países han llegado a un acuerdo en Kigali para la eliminación progresiva de los hidrofluorocarbonos (HFC), gases que se encuentran en aires acondicionados, aparatos de refrigeración, espumas y aerosoles y que tienen un fuerte impacto sobre el calentamiento global. El acuerdo, adoptado en la capital ruandesa tras una semana de conversaciones y una reunión que se prolongó durante toda la noche, modifica el Protocolo de Montreal, firmado en 1987 para preservar la capa de ozono y podría evitar un calentamiento de 0,5 grados durante este siglo.

Polémica en el vigésimo aniversario del genocidio de Ruanda, en el que murieron 800.000 personas. El presidente ruandés acusa a Francia de estar detrás de la masacre, mientras el secretario general de la ONU habla de "vergüenza porque los cascos azules se fueron cuando más los necesitaban"