El colectivo de punk activista y feminista Pussy Riot lleva una década siendo la pesadilla de Vladímir Putin a golpe de protestas. Su acción en la catedral de Moscú dio la vuelta al mundo y fueron condenadas a dos años de cárcel. Ahora recorren Europa promoviendo los derechos de la comunidad LGTBIQ+, la igualdad de las mujeres y una campaña de paz a favor de Ucrania. Maria Aliójina, bajo arresto domiciliario, tuvo que huir de Moscú disfrazada de repartidora. Su misión: recaudar fondos para un hospital para niños en Kiev. Para ella, lo que hace el Ejército ruso son crímenes de guerra.
FOTO: EFE/EPA/ESTELA SILVA