La ciudad de Chernivtsí, a tan solo una hora de distancia de la frontera rumana, se ha convertido en un punto clave: un sitio seguro para aquellos que tienen que huir, pero no quieren abandonar su país. Llegan ucranianos desde Kiev, Mariúpol y Zaporiyia, donde encuentran un lugar para quedarse hasta que puedan regresar a sus casas. Se trata sobre todo de familias que no quieren separarse y hombre que han llevado a sus mujeres e hijos a Rumanía. Voluntarios de Media Luna Roja reparten comida y bebida caliente y ofrecen ayuda psicológica. También continúan llegando voluntarios que, de forma individual, ayudan con lo que pueden, como André, un conductor de autobuses. En la ciudad se instalan carpas para que puedan descansar, aunque la mayoría de los que llegan son acogidos en hoteles, casas particulares o escuelas.
Informan Laura Alonso y Sergio Jiménez, enviados especiales.
En España, ya son más de 40 mil los desplazados por la guerra de Ucrania. Casi 18 mil personas tienen ya el estatuto de refugiados y otros 20 mil han pedido cita para acogerse a esta protección temporal. En nuestro país se han habilitado 4 centros en las zonas donde más ucranianos llegan: Madrid, Barcelona, Alicante y Málaga. Allí reciben ayuda y acompañamiento psicológico y pueden alojarse durante 72 horas hasta ser derivados a hogares de acogida. Según fuentes del Ministerio, casi el 40% de las personas atendidas son menores y de las mujeres adultas, cerca del 64% tienen estudios superiores. Las comunidades autónomas se harán cargo de la educación y sanidad.
El éxodo ucraniano no cesa y, aunque la mayoría sale del país por la frontera polaca, el flujo migratorio se nota también en otros países, como Rumanía. En Suceava, a 50 minutos de la frontera ucraniana, han habilitado polideportivos, hoteles, colegios y hasta iglesias para acoger a los ucranianos. Hay 1.300 camas disponibles y, aunque las primeras semanas eran insuficientes, esta noche solo han sido ocupadas un centenar de ellas. Esto es así porque intentan encontrarles rápidamente un alojamiento. Valentine es un voluntario rumano que lleva más de 3 semanas ayudando allí: "El primer día yo estaba emocionalmente caído y después me acostumbré, tengo que ser fuerte para esta gente", expresa.
Informan Laura Alonso y Sergio Jiménez, enviados especiales
Ya no quedan periodistas internacionales y cuesta saber qué está pasando en Mariúpol. Nuestra enviada especial Ebbaba Hameida ha estado en Zaporiyia, donde Rusia bombardeó la mayor central nuclear de Europa. Ahora la ciudad está tranquila, pero hasta allí están llegando ucranianos que huyen de Mariúpol. Otros muchos, sorprendentemente, hacen el camino contrario. Te contamos por qué. Al otro lado del país, Alina sigue en Jarkóv. Allí las bombas la acompañan en su día a día, por ejemplo, en la cola del supermercado. Y seguimos en contacto con Lina, que ya está en Tenerife y nos cuenta que una señora que se llama Gloria le ha dejado una casa durante un año. La foto la hace desde la frontera de Polonia nuestro enviado especial Fernando Martínez.
En los pasos fronterizos polacos el goteo de refugiados es constante, aunque se caracteriza por grupos pequeños que huyen de Ucrania. Allí les esperan los voluntarios y las organizaciones para ayudarles. En el punto fronterizo de Budomierz se encuentran los enviados especiales de RNE, Fernando Martínez y Juan Miguel Sanz, que han podido hablar con varios de ellos. Daniel es un joven británico que ayuda como intérprete, ya que estudió ruso en la universidad. Admite que la experiencia es muy abrumadora e intenta romper el hielo con los refugiados, que la mayoría hablan ruso, para poder ayudarles. También han llegado 35 bomberos franceses para reforzar a los compañeros polacos y montar clínicas de campaña, acompañados de médicos y enfermeros. Cuentan que no están acostumbrados a vivir crisis como esta, pero hacen todo lo posible para poder ayudar.
La guerra sigue provocando un éxodo incesante de refugiados, sobre todo hacia Polonia. En el punto fronterizo de Medyka, donde se encuentran los enviados especiales de RNE, Fran Sevilla y Fernando Martínez, llegan cada sábado centenares de voluntarios desde todas partes de Europa. Dejan material humanitario y se llevan a refugiados. Hoy lo ha hecho un grupo de 9 catalanes, llegados desde Barcelona, que han hecho crowfunding para poder lograr los medios. Salieron el jueves por la noche, con tres furgonetas y un coche, y pretendían volver y parar a dormir en Francia, pero su ruta se desvía hasta Cracovia para seguir recogiendo a más personas.
Algunos de esos refugiados llegan desde hace días a España, donde se enfrentan a la incertidumbre de haber dejado atrás sus casas y a un largo trámite burocrático. En Barcelona, el pabellón 7 de la Feria ha estado recibiendo refugiados ucranianos toda la noche. El ambiente es tranquilo, pero los ucranianos que se han acercado para tramitar los permisos de trabajo y residencia explican que es muy complicado conseguir cita y los teléfonos están colapsados.
Entre quienes se desplazan a esa frontera ucraniana para intentar ayudar están los en torno a 30 taxis madrileños que salían el viernes con ayuda humanitaria, y que esperan regresar con hasta 150 refugiados. Ahora mismo han llegado a Varsovia y el objetivo es cruzar la capital polaca hasta el punto en el que descargarán la carga. La idea inicial era la frontera ucraniana, pero la ONG con la que viajan les avisó de que la frontera ucraniana no era segura, ni para el convoy ni para las personas a las que querían recoger. Los conductores siguen ilusionados y comprometidos con la causa, después de 40 horas de conducción a sus espaldas.
La guerra y los ataques están provocando también un caos sanitario, que denuncian las ONG. En el caso de Leópolis, la situación humanitaris se complica, llegan miles de personas, y es muy difícil encontrar alojamiento. Allí están habilitando escuelas y las medicinas y atención sanitaria llegan gracias a la coordinación entre el gobierno y las ONG internacionales. Médicos Sin Fronteras se encuentra en Mariúpol y Kiev. Su responsable de comunicación de emergencias cuenta que la situación es caótica: "La situación que más preocupa ahora es la de Mariúpol, por que no es posible prestar asitencia médica y encontrar medicamentos en farmacias, que están vacías o cerradas", expresa. En Mariúpol, no queda agua ni comida y hay cadáveres por las calles: "No se puede describir, es un completo desastre humanitario".
Informan María Eulate y Luis Montero, enviados espeicales a Leópolis
Continúa creciendo el número de personas desplazadas por el conflicto. Según estimaciones de Naciones Unidas, más de dos millones y medio de ucanianos han huido del país, en su mayoría mujeres y menores de edad. Polonia es el principal país de acogida. Allí, en la ciudad de Lublin, hay acogidas 15 familias ucranianas que tienen en común un niño con una enfermedad crónica o terminal. Estos pequeños sienten el estado de preocupación y nerviosismo que tienen sus padres por la guerra. Acción Humanitaria Polaca está resistiendo una presión importante y reconocen que nunca esperaron que tendrían que ayudar de esa forma en su país.
Informan Isabel Jiménez y Fernando Torrico, enviados especiales
Hoy en Por tres razones hablamos de un programa puesto en marcha hace más de 20 años, llamado OMNI-Net, que funciona en Ucrania desde el año 2000 asistiendo a niños con enfermedades congénitas y diversos problemas derivados del nacimiento. Ahora han lanzado la campaña Baby Foods For Ukraine, con la que pretenden que grandes multinacionales como Nestlé o Unilever donen comida infantil y fórmulas especiales para niños con patologías del metabolismo.
El doctor Wladimir Wertelecki, director de los programas de OMNI-Net en Ucrania, nos explica cómo funciona esta iniciativa que han puesto en marcha junto con la red de hospitales pediátricos de Ucrania. Asimismo, la doctora ucraniana Nataliia Zymak Zakutnia, directora del Hospital Infantil de la ciudad de Jmelnytsky y directora clínica del programa, nos explica desde esta ciudad situada al oeste del país cómo están actuando para ayudar a los niños que huyen del conflicto y las necesidades primarias que están intentando cubrir con días enteros de trabajo.
Hoy en Por tres razones hablamos de la ola de solidaridad que ha surgido a raíz de la guerra en Ucrania. Las organizaciones y asociaciones de acogida de todo el mundo se están coordinando desde hace más de dos semanas para proporcionar, a las personas ucranianas que huyen del conflicto, bienes de primera necesidad y acogida en diferentes territorios.
Contactamos con la ONG Expoacción, emplazada en Asturias, que organiza desde hace años el programa Vacaciones en Paz para menores provenientes de Ucrania. Según nos cuenta Jorge Enrique González, su presidente, ahora están saturados con las llamadas, ya que 2.400 familias se han ofrecido para acoger familias ucranianas. Asimismo, Liuba, monitora ucraniana que ayuda en la frontera con Polonia, y Maite Pérez, madre de acogida de una niña ucraniana, nos cuentan cómo se están organizando para ayudar.
Desde Cataluña, la ONG Osona amb els nens lleva desde 1997 acogiendo a niños ucranianos y bielorrusos que tuvieron que desplazarse y buscar alternativas después de dejar sus casas tras la explosión de la central nuclear de Chernóbil. Como nos cuenta el vocal de la organización, Federic Lluret, son los propios niños que han venido a pasar veranos en España durante años, los que ahora se han puesto en contacto con la ONG para poder ayudar a sus familias y conocidos que se encuentran en situación de refugiados. Lloret afirma que la prioridad es ofrecer alternativas habitacionales a las personas que llegan a España huyendo de la guerra, sin tener que separar las unidades familiares. En Osona ya son 30 las personas que han podido acceder a una casa y esperan la llegada de otras 30 personas en los próximos días, mientras se coordinan con organizaciones como Cruz Roja y ministerios para poder acelerar la tramitación de su condición de refugiados.
Héctor Pérez, panadero, nos cuenta la historia de cómo él y su compañero Paulo Ribeiro, provenientes de Castroverde, en Lugo, acudieron con sus coches a recoger ucranianos y traerles a España. Pérez cuenta cómo se han organizado a través de un grupo de mensajería instantánea donde otras 30 personas se han ofrecido para hacer lo mismo, y ahora son 20 los vehículos que han partido en dirección a Ucrania para ayudarles a llegar a España. Mané Miranda, otro de los voluntarios, nos cuenta cómo ha sido el viaje hasta Polonia, hacia donde se dirigen con cuatro coches cargados de bienes necesarios y volverán con personas que han salido de Ucrania. David de la Riva, en la misma situación, nos cuenta cómo ha sido el viaje, y que le ha encantado poder ayudar, pero que no repetiría por la dureza del viaje.
También hablamos con Manolo Jiménez, comandante del avión de la aerolínea valenciana Air Nostrum, que ha fletado uno de los dos aviones para traer refugiados, en coordinación con la Generalitat y la ONG Juntos por la Vida.
La mayoría de los ucranianos que huyen de la guerra salen del país por Polonia, donde cada día se colapsan los pasos fronterizos. Hasta uno de ellos, en Medyca, han llegado voluntarios españoles en su autocaravana, para proporcionar a las madres desplazadas un lugar acogedor donde poder dar de mamar a sus bebés.
La invasión de Ucrania ha provocado un éxodo innédito en Europa en décadas. Más de cien mil refugiados han atravesado la frontera en las últimas 24 horas y suman ya 800.000 desde que comenzó la guerra. Una salida que se ha intensificado tras el ataque a la central nuclear de Energodar, en la región de Zaporiyia. En la frontera no faltan voluntarios para recibirlos, médicos, psicólogos, transportistas y vecinos que ofrecen comida y mantas. Polonia se ha volcado con la acogida de estos refugiados y muchos voluntarios y vecinos que viven cerca de la frontera han montado carpas para acoger a estas familias. Muchos ofrecen su coche por muchas personas necesitan transporte, apoyan a los ucranianos que llegan sin nada. "Pero lo peor está al otro lado de la frontera", nos dicen.
Informa Laura Alonso, enviada especial a la frontera polaca
Toda ayuda es poca y no hay tiempo que perder. Lonas, mantas, lotes de comida han partido este viernes en estos dos camiones de la Cruz Roja con un destino que dependerá de cómo avance el conflicto. Íñigo Vila, coordinador de emergencias de la Cruz Roja: "Si hay corredores humanitarios y tenemos suerte de poder meterlos en Ucrania, si no en países limítrofes. No es la única iniciativa: En Barcelona, una veintena de voluntarios clasificaba hoy cientos de artículos de primera necesidad que pasaban de mano en mano para llenar camiones y furgonetas.
Juanmi y Paula, padre e hija, inician hoy su viaje hacia la frontera ucraniana para entregar lo que demandan los ucranianos: ropa de abrigo, alimentos y material sanitario. A su regreso a España, van a volver con refugiados que tienen vínculos familiares en España. Por su parte, Héctor, está regresando a Lugo, su tierra, después de varios días en Medyka, un paso fronterizo entre Polonia y Ucrania. Él también ha vuelto con las plazas de su coche, y el de su acompañante, ocupadas por personas que huyen de la guerra.
En la frontera de Polonia grupos de voluntarios españoles están esperando la llegada de varios niños ucranianos para traerles en autobús hasta España. Son Clara, Llanos y Benito de la ONG Juntos por la Vida de Valencia que desde hace 25 años acoge a niños del Chernóbil y del Dombás. También, el Proyecto Arraigo de Paredes de Nava (Palencia) ha llegado a la estación de tren con regalos y han recogido a 16 personas casi todos niños. A lo largo de la línea fronteriza hay más voluntarios que llegan desde España para ayudar.
Informan Laura Alonso y Sergio Jiménez, enviados especiales de RNE
"Ningún niño sin terapia" es el lema de la asociación Murallas de Algodón, en la que un equipo multidisciplinar de voluntarios ofrece terapias gratuitas de atención temprana a niños de familias con pocos recursos. Ahora suma la colaboración de la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC, que ofrece ocio asistido con perros, una actividad que ofrece importantes beneficios a los pequeños. Desde la sede de la asociación, Noemí Martínez habla con su directora, Carolina de los Silos, con su coordinadora de terapias, Lorena Barderas, con Nuria Máximo, directora de la Cátedra Animales y Sociedad de la URJC, y con Iván, padre de Ivana, de 7 años.