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Hace ahora un año, la situación en Grecia ponía en serios aprietos al euro y obligaba a duros ajustes en muchos países, entre otros, España. El 9 de mayo de 2010 Bruselas se enfrentó a su mayor crisis desde la creación del euro. Entonces diseñaron un plan de rescate económico para países en apuros. A cambio, esos países se comprometen a cumplir un programa de austeridad para que sus cuentas cuadren y -además- puedan devolver el dinero prestado. Este modelo de rescate ayudó a ganar tiempo.

Pero después de tres rescates -Grecia, Irlanda y Portugal- el problema continúa. La presión sobre la deuda no cede y los recortes internos son tan severos que impiden el crecimiento económico de los países rescatados. Se buscan nuevas soluciones y ahora se habla de reestructurar la deuda de Grecia. Y los rumores apuntan -incluso- a que Atenas abandone el euro, algo que los expertos descartan porque la cantidad a devolver se multiplicaría.

Si Grecia reestructurase su deuda, los inversores perderían una parte del dinero por cada bono o tardarían más en recuperarlo. El país podría afrontar mejor los pagos y acabar con la presión sobre su deuda en los mercados.

Grecia podría necesitar ayuda externa adicional un año después de haber recibido el rescate financiero de la UE y el FMI. Sus socios del euro analizan cómo asistir al Estado heleno, pero lo hacen con más detractores que hace un año, sobre todo en Reino Unido o Finlandia.

Una encuesta realizada por el Banco Central Europeo (BCE) revela que el 56% de los ciudadanos europeos nunca ha tenido en sus manos un billete de 500 euros. Según esta encuenta los españoles han utilizado más los billetes de gran valor que los franceses y los alemanes. Uno de cada tres españoles asegura que ha utilizado más de una vez al año billetes de 200 ó 500 euros.