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La maldición de los samuráis

  • La muerte de Tomizawa supone un nuevo mazazo para el motociclismo japonés
  • Los últimos tres pilotos muertos en el Mundial han sido japoneses

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El Mundial se queda sin Tomizawa

"¡Daño, daño, daño!" repetía insistentemente Ángel Nieto al ver el accidente de Shoya Tomizawa, en la retransmisión de la carrera de Moto2 del Gran Premio de San Marino. El piloto japonés quedó tendido en mitad de la pista, completamente roto, después de ser arrollado por dos motos a más de doscientos kilómetros por hora. Ángel Nieto no se equivocaba. A lo largo de su carrera deportiva, el campeón español tuvo que ver muchos accidentes mortales, y éste se parecía demasiado a todos ellos.

Afortunadamente, los pilotos ya no caen como moscas, igual que sucedía en los primeros años. Se han dado pasos de gigante en cuestión de seguridad dentro del Mundial y la muerte se ha convertido en un acontecimiento extraordinario. Sin embargo, por mucho que se intente evitar, el motociclismo no deja de ser un deporte de velocidad y el riesgo siempre será algo inherente a él.

La muerte de Shoya Tomizawa ha supuesto un nuevo mazazo para el motociclismo japonés, uno de los países donde se vive con mayor intensidad este deporte. Las dos últimas muertes en el Mundial anteriores a ésta también fueron de pilotos nipones. En 1993, el piloto de 250cc Noboyuki Wakai falleció en el circuito de Jerez, después de chocar contra un espectador que imprudentemente se había colado en la zona de boxes.

Diez años después, en 2003, murió en el circuito de Suzuka el que para muchos ha sido el mejor piloto japonés hasta la fecha: Daijiro Kato. Se trataba de la gran esperanza nipona con mayúsculas. Afrontaba su segundo año en la categoría reina del Mundial de MotoGP, después de proclamarse campeón del mundo de 250cc en 2001 y de haber sido el mejor debutante de MotoGP en 2002. Un muro frenó en seco su meteórica carrera. El circuito de Suzuka pagó muy caro el accidente: dejó de albergar el Mundial de MotoGP y fue sustituido por Motegi.

También finalizó de manera trágica la vida de otro piloto japonés mítico, Norick Abe, aunque no fuese en competición. En 2007, con 32 años, ya casi retirado de la actividad profesional, Abe se estrelló con su moto contra un camión que había realizado una maniobra ilegal en la ciudad de Kawasaki.

Nueva esperanza japonesa

A sus 19 años, Tomizawa afrontaba su segunda temporada en el Mundial. 2010 podía ser el año de su consagración. Él tuvo el privilegio de convertirse en el primer vencedor de una prueba de Moto2, en Qatar. Antes del accidente de Misano, era sexto en la clasificación general. Tenía todas las papeletas para convertirse en la nueva esperanza del motociclismo japonés, en su búsqueda incansable de tener por fin a un campeón en la categoría reina.

Hiroshi Aoyama (el único piloto japonés que comite de manera regular en MotoGP y campeón de 250cc en 2009) tiene casi 29 años y parece estar muy lejos de poder cumplir el sueño japonés. La muerte de Shoya Tomizawa vuelve a teñir de luto al motociclismo de este país, que de nuevo ha visto cómo uno de sus mejores pilotos se dejaba la vida sobre el asfalto.