El gobierno de Morales alerta sobre el riesgo de un golpe de Estado en Bolivia
- Acusa a los gobernadores de trazar un complot para derrocar a Morales
- Azuza el fantasma de las dictaduras latinoamericanas de los 60 y 70
- Es la respuesta a los actos contra el gobierno ocurridos en regiones opositoras
- En cuatro días el país decidirá sobre si revoca el mandato de Gobierno y oposición
El Gobierno de Evo Morales ha advertido de que Bolivia está en el "umbral de un verdadero golpe de Estado contra el orden constitucional" para derrocarlo, que ha atribuido a los gobernadores opositores de las regiones autonomistas.
Así lo ha declarado el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, que se ha referido a ese presunto complot en declaraciones a la radio estatal Patria Nueva, desde la ciudad amazónica de Trinidad, en el departamento de Beni.
Estas declaraciones se producen en un momento de especial tensión en el país debido al referéndum que se celebra el próximo domingo, en el que se va a decidir si el el presidente boliviano, el vicepresidente y varios gobernadores -la mayoría opositores- continúan en sus cargos.
El ministro, brazo derecho de Morales en el gabinete, ha agregado que la referida conspiración se está gestando "al típico estilo de las dictaduras que precedieron a la recuperación de la democracia en 1982".
Se trataría de un acto "de sedición, de desacato y organización de fuerzas ilegales, paramilitares, para atentar contra todas las libertades públicas".
Por su parte, Morales, en un acto en Cochabamba para celebrar un aniversario de las Fuerzas Armadas lamentó que algunos grupos "falten el respeto al pueblo boliviano y apliquen una especie de dictadura civil atentando contra la democracia".
Según el gobernante indígena, en Bolivia las dictaduras de los años sesenta y setenta han sido sustituidas por las acciones de grupos que "toman aeropuertos, toman cortes departamentales electorales y balean carros de ministros".
Dos proyectos
La consulta fue anunciada y promovida por el propio Morales para responder al éxito del reférendum autonomista de la región de Santa Cruz, a la que siguieron las de Beni, Pando y Tarija.
El objetivo, tal y como ha expresado el mandatario, es permitir a los bolivianos elegir entre su proyecto de "refundación constitucional" y los movimientos autonomistas impulsados por los gobernadores que están en contra.
Según la Corte Nacional Electoral, Morales necesita un 46,3% de los votos para continuar en el cargo, mientras que los gobernadores tienen que superar el 50%.
Sin embargo, tras las reglas aprobadas en el Congreso, el porcentaje que necesitarán los gobernadores estará entre el 52 y el 62,1% de los votos.
Morales, el primer presidente indígena, considera que una victoria popular le permitirá relanzar sus reformas, encaminadas a las nacionalizaciones y a la redistribución de tierras, algo a lo que se oponen sus gobernadores oponentes, que apuestan por la descentralización del Estado.
División social
Por este motivo, aunque su figura sigue siendo popular, sobre todo entre los más pobres, las medidas que ha promovido en este sentido han dividido en dos a la sociedad.
De hecho, el camino hasta ese reférendum está siendo tortuoso. El Gobierno ha tenido que suspender la tradicional sesión con la que el Congreso suele celebrar en Sucre la Fiesta Nacional para "garantizar la seguridad física" de los legisladores frente a los actos de violencia que, asegura, están promoviendo las autoridades sucrenses.
Además, el Tribunal Constitucional ha ordenado a la Corte Nacional Electoral que suspendiese la consulta, a la que los opositores se han prestado a participar pese a que la consideran injusta.