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Pakistán, más de 60 años de inestabilidad

  • La inestabilidad ha sido la nota dominante en los 60 años de historia política de este Estado
  • Sehan alternado en el poder gobiernos civiles y militares autoritarios, a golpe de asonadas
  • Tras nueve años de presidente, el general Musharraf dimitió en agosto del cargo
  • Fue sustituido en la Presidencia por el político Asif Ali Zardari, del Partido Popular de Pakistán
  • Una oleada de violentos atentados de corte radical islámico amenaza la estabilidad del país
  • El origen del radicalismo está en la política de islamización del general Zia-ul-Haq

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Desde que Pakistán fue fundado en 1947, después de la división de la India por los británicos, la inestabilidad ha sido la nota dominante en los más de 60 años de historia política de este Estado asiático, con vecinos no más agraciados en este sentido, como Afganistán.

En estas seis décadas, se han alternado en el poder gobiernos civiles y gobiernos militares autoritarios, a golpe de asonadas. La historia se repite de manera cíclica en este país, incluido en el 'Índice de Estados Fallidos' de 2008 publicado por Foreign Policy, que recoge a aquellos que plantean una amenaza para la seguridad mundial.

El panorama actual poco ha variado -un gobierno civil ocupa el poder tras la dimisión del general Pervez Musharraf-, pero en el mismo cobra cada vez más protagonismo un islamismo radical que siembra de cruentos atentados el país día sí y día también. En los nueve primeros meses de 2008, alrededor de medio millar de paquistaníes han muerto en atentados.

La última fase de esta historia cíclica contempla el mandato del general Musharraf y su reciente sustitución en la Presidencia por el político Asif Ali Zardari, del PPP (Partido Popular de Pakistán) de la que fuera su mujer, Benazair Bhutto, asesinada el 27 de diciembre de 2007.

Una década de desgobierno civil

Musharraf llegó al poder en 1999, cuando era jefe del Ejército con un golpe de estado incruento que derrocó del poder al ex primer ministro Nawaz Sharif -ahora de nuevo en la escena política actual con la Liga Musulmana-N tras años de exilio-, por las acusaciones de corrupción durante sus dos mandatos (1990-1993 y 1997-1999). La asonada del general también provocó la huida a otros países de Bhutto y muchos otros políticos demócratas de Pakistán.

En la década de los 90, el poder político democrático se alternó entre los partidos de Sharif y Bhutto, que fue primera ministra entre 1988-1990 y 1993-1996. Las acusaciones de corrupción también acabaron con los mandatos de Benazir Bhutto, cuyo padre, Zulfikar Ali Bhutto, fundador del PPP, fue también presidente y luego primer ministro de Pakistán entre 1971 y 1977 y que acabó ajusticiado en la horca en 1979 tras otro golpe de Estado, el del general Muhammad Zia-ul-Haq.

Los nueve años de mandato de Musharraf han estado caracterizados por sus intentos de dotarse de una corteza democrática, con la convocatoria de referéndums para legitimar su Presidencia, y por un constante enfrentamiento con un Tribunal Supremo que intentó buscarle las cosquillas -investigó desapariciones de ciudadanos a manos de los servicios secretos- con Iftikhar Chaudhry como presidente de la Corte. Musharraf suspendió de su cargo al juez en marzo de 2007, pero éste acabó siendo restituido en su cargo por el Supremo tras meses de protestas en las calles.

El general convocó otro referéndum a finales de 2007, en el que resultó reelegido presidente de Pakistán por otros cinco años, tras verse presionado a dejar el cargo de jefe del Ejército por el poder judicial. También las presiones exteriores -fundamentalmente las de su aliado Estados Unidos- le llevaron a permitir el regreso a finales de 2007 a Pakistán de Sharif y Bhutto, a los que perdonó las 'causas pendientes'. 

Tras su regreso a Pakistán, Benazir Bhutto muere en un atentado tras participar en un mitin en Rawalpindi cara a las elecciones legislativas de febrero de 2008. Un suicida hizo estallar la carga explosiva que portaba y un hombre armado dispara contra ella, un asesinato que el Gobierno de Musharraf vincula a la red terrorista Al Qaeda, aunque asegura que la política murió de un golpe y no por las balas -un informe de Scotland Yard avalaría luego esta tesis-.

El presidente del "10 por ciento"

El viudo de Bhutto, Asif Alí Zardari, asumió el liderazgo del PPP, que ganó los comicios de febrero. Tras la victoria, Zardari forjó una alianza gubernamental con la Liga Musulmana-N de Sharif y otras formaciones minoritarias.

Zardari y Sharif pusieron en marcha desde el Gobierno un proceso de destitución de Musharraf, al que acusaban de violar la Constitución y de una mala gestión de la economía, que acabaron forzando su dimisión el pasado agosto unos días antes de la fecha en la que iba a ser destituido.

Esta dimisión también acabó provocando la ruptura de la frágil coalición de Gobierno de Zardari y Sharif y ambos acabaron aspirando al cargo de presidente de Pakistán el pasado 6 de septiembre de 2008. Zardari logró una holgada mayoría absoluta y ocupará por cinco años -si la inestabilidad política paquistaní lo permite- la Presidencia.

Pero la figura de Zadari no está exenta de polémica. Ha pasado casi una década en la cárcel, acusado de asesinato y fraude bancario, y es conocido en Pakistán como el "señor 10 por ciento" -en referencia a las comisiones que conseguía por facilitar contratos cuando su mujer era primera ministra- y, por ello, está considerado popularmente como el principal responsable de la corrupción que acabó tempranamente con los dos Gobiernos de su esposa.

Un radicalismo alimentado desde los años 80

Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el nuevo presidente paquistaní es el atajar la oleada de violentos atentados que se repiten desde hace meses y que, de enero a septiembre de 2008, ha dejado alrededor de medio millar de muertos. Uno de los más graves fue el perpetrado contra el lujoso hotel Marriott de Islamabad el pasado 20 de septiembre, en el que murieron unas 60 personas y que se achaca a Al Qaeda.

Pero estas tempestades que ahora recoge Pakistán vienen de los vientos sembrados en la década de los 80, con la política de islamización llevada a cabo por el general Zia-ul-Haq. Éste, con la bendición de Estados Unidos, potenció el radicalismo muyahidín para luchar contra los soviéticos en Afganistán. El editor del diario The Daily Times, Najam Sethi, resumía hace unos meses la situación de esta manera: "La Historia recordará a Zia como alguien que creó el monstruo de la yihad, que ahora amenaza a su propio creador, Pakistán". 

Los radicales islámicos, agazapados en el cinturón tribal paquistaní, fronterizo con Afganistán, han demostrado que su alcance llega mucho más lejos y que suponen una amenaza seria de desestabilización de un país que no ha sido capaz de encontrar la senda democrática más de 60 años después de su constitución como país independiente.