Las principales compañías de automóviles de EE.UU. piden 25.000 millones para sobrevivir
- Los presidentes de General Motors, Ford y Chrysler han solicitado ayudas al Senado
- Aseguran que peligran tres millones de empleos y 150.000 millones en ingresos públicos
- Los senadores, demócratas y republicanos, han mostrado sus reticencias
Los tres máximos ejecutivos de General Motors, Ford y Chrysler han comparecido este martes ante el Senado de Estados Unidos para pedir una ayuda de 25.000 millones de dólares (casi 20.000 millones de euros al cambio actual) que permita la supervivencia de la industria automotriz y evite una "catástrofe" nacional, aunque han encontrado poca empatía y muchas críticas sobre su "fallido" modelo de negocios por parte de los senadores.
El colapso de la industria sería "catastrófico", advertía el presidente de General Motors (GM), Richard Wagoner, durante una audiencia del Comité de la Banca del Senado. Wagoner ha alertado de la posible pérdida de unos tres millones de empleos, pérdida de ingresos personales y una hemorragia para el Gobierno de 150.000 millones de dólares en concepto de impuestos.
El monto que el sector pide al Congreso palidece frente a esas pérdidas, ha señalado Wagoner, tras asegurar que no se trata sólo de salvar a las tres grandes de Detroit, sino también a "toda la economía".
Ese mismo escenario han pintado el presidente de la empresa Ford, Alan Mulally, y el de Chrysler, Robert Nardelli, quien ha comentado el colapso tendría "repercusiones debilitadoras para la base industrial del país". A cambio de la ayuda, las compañías ofrecen una "plena transparencia financiera" y que el Gobierno tenga una mayor participación en el sector.
Reticencias de los senadores
La audiencia se produce mientras la crisis financiera global y la congelación del crédito han provocado una mayor cautela de los consumidores. Pero la Casa Blanca y sus aliados republicanos en el Congreso se oponen a que la ayuda salga del plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares aprobado el mes pasado, porque ya existe un plan de préstamos del Departamento de Energía que podría paliar el problema.
Las tres grandes de Detroit han encontrado un aliado en el Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz, cuyos miembros se verían afectados por posibles despidos. "Sin duda, la situación es grave, es una crisis", ha comentado su presidente, Ron Gettelfinger, en la audiencia.
Pero durante más de una hora de declaraciones, varios demócratas y republicanos han planteado sus dudas y han exigido que los fabricantes elaboren un modelo de negocios para su viabilidad a largo plazo. El presidente del Comité, el demócrata Christopher Dodd, ha afirmado que si se aprueba la ayuda sería para evitar una mayor desestabilización de la economía, señalando que la industria "busca tratamientos para heridas que, creo, son autoinfligidas hasta cierto punto".
Por su parte, republicanos como Richard Shelby y Larry Craig consideran que el Gobierno debería primero determinar las condiciones verdaderas del sector antes de soltar dinero, y exigir cambios en la industria.
Obama, a favor de las ayudas
En cualquier caso, los demócratas, más proclives a conceder las ayudas, podrían aprobar el plan de salvamento para la industria cuando Barack Obama, que ya se ha mostrado partidario de respaldar a los fabricantes de automóviles, asuma la presidencia y además dominen el Congreso.
El sector automovilístico aporta cerca del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos, suponiendo el 10% del valor de la producción industrial, al tiempo que emplea a uno de cada diez trabajadores estadounidenses.