Un piloto español rememora un amerizaje similar al de Nueva York, que le valió un consejo de guerra
- Eugenio Maldonado consiguió posar un DC-3 con destino a Las Palmas en el mar
- Fue enjuiciado en un consejo de guerra, ya que falleció uno de los pasajeros
- Finalemtne fue exculpado, ya que se demostró que la muerte se debía a un infarto
Un piloto español, ya jubilado, ha rememorado una hazaña similar al amerizaje de un avión sobre el río Hudson con el que se evitó el pasado jueves una catástrofe en Nueva York, ocurrido en Tenerife en 1966 poco después del despegue, con el que, lejos de ser héroe, afrontó un consejo de guerra.
Eugenio Maldonado, que en la actualidad tiene 72 años, ha afirmado que no es fácil "encontrarte con un avión a tope de pasaje" y no tener otra alternativa que intentar efectuar un amerizaje.
Sin quitarle mérito al comandante del vuelo de US Airways, Maldonado ha comparado los elogios que éste ha recibido por parte de las autoridades, que le han aclamado como un héroe, con el consejo de guerra al que tuvo que enfrentarse porque uno de los 28 pasajeros del avión de la compañía Spantax que pilotaba murió en el accidente.
"Querían fusilarme"
"Nunca dudé en dar mi vida por salvar a los pasajeros y querían fusilarme", ha relatado el ex piloto, quien al final fue exculpado porque la autopsia practicada al pasajero reveló que murió a causa de un infarto y no ahogado.
Según Maldonado, la dificultad de posar un avión sobre el mar es mayor que sobre el río, ya que en el primer caso es necesario buscar la cúspide de la ola.
De lo ocurrido el 16 de septiembre de 1966 recuerda que el avión, un DC-3, despegó con destino a la isla de La Palma, y a los tres minutos sufrió un problema en un motor, con nubes y rodeado de montañas, por lo que decidió intentar el amerizaje.
El impacto del aparato sobre el mar originó una cortina de agua que motivó que un avión que volaba por la zona comunicara al aeropuerto que se había hundido.
También rememora la urgencia, unos cinco minutos, para abandonar el avión antes de que se hundiera, y la dificultad para sacar a las madres de los niños que viajaban en el aparato, que no querían separarse de los menores para subir a la barca de un pescador que se acercó, aunque el resto tuvo después que nadar hacia unas rocas.
Un libro de accidentes
No obstante, uno de los viajeros no quería desprenderse del avión, y el comandante se hundió con él porque "tenía los ojos abiertos, pensaba que estaba vivo", pero más tarde salió a la superficie con trozos de su camisa en las manos.
Eugenio Maldonado, que vive actualmente a caballo entre Málaga y Toledo, ha asegurado hoy que esta no ha sido la peor experiencia que ha vivido como piloto. En 1982, cuando pilotaba un Boeing 727 de Londres a Madrid, se quedó sin mandos, "no funcionaba nada" y aunque pensaron que iban a morir, finalmente el avión tomó tierra en el aeropuerto madrileño.
Cuatro años después, en Milán, tras accionar el tren de aterrizaje del avión "se dobló la pata izquierda" y tuvo que "tomar tierra con una sola", recuerda. Ahora, tras dedicar más de 40 años de su vida a la profesión, ultima un libro sobre sus vivencias en los accidentes en los que ha logrado salvar su vida y la de los viajeros.