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Irán desconocido

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Hace 10 días de las elecciones presidenciales en Irán y el país no sabe quién ha ganado. Algunos iraníes creen que el presidente Mahmud Ahmadinejad ha sido reelegido. Otros creen que le han robado los comicios al candidato de la oposición, Mir Hossein Mousaví.

Nueve días después de que comenzaran las protestas, los iraníes no perciben si las manifestaciones tendrán éxito. Muchos observadores exteriores les animan. Otros muchos piensan que las protestas son una causa perdida.

Ocho días después de las primeras muertes, ya hay un símbolo de la violencia: Neda Agha-Soltan, una estudiante de filosofía cuyo asesinato el día 20 fue grabado en vídeo y se ha convertido en un lúgubre éxito de You Tube. Es imposible saber cómo puede influir su muerte pública en la gente y en los acontecimientos.

Siete días después de que al menos un millón de personas se congregara en torno al famoso Monumento a la Libertad de Teherán para escuchar el desafío de Mousaví, las multitudes han adelgazado hasta unos miles de personas. Ni el Gobierno ni el pueblo saben si las multitudes recuperarán su fuerza inicial.

Las incontables palabras, imágenes y voces que han sido el testamento global del levantamiento de Irán no pueden maquillar un único y simple hecho: Irán es esencialmente desconocido para los extranjeros. El líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, lo comentó en su controvertida alocución a la nación el pasado viernes. En parte es por los desencuentros culturales, pero mucho se debe a la ausencia de información. Las cosas que no sabemos.

La confusión y las restricciones a los periodistas que existen en el país han convertido los hechos en algo difícil de conocer y aún más difícil de confirmar. Al menos 34 periodistas han sido detenidos. Las redes sociales han tenido un considerable papel en la circulación de la información con el mundo exterior y en la difusión de la situación. Pero el aclamado Twitter, una fuente de información que cautivó la atención en los primeros días de las protestas, se ha "degradado en un sinsentido", en palabras de The Economist. Es especialmente irrelevante para el propio Irán. De los 70 millones de habitantes del país, un estudio del blog Sysomos revela que a mediados de mayo había 8.654 usuarios de Twitter en Irán. Tras las elecciones  había 19.235 usuarios. Aunque el uso se ha doblado, aún es un número insignificante comparado con la población del país. Las protestas, aparentemente, se han organizado mucho más a través de SMS y del boca a boca.

Ahora, los reporteros y diplomáticos extranjeros están siendo expulsados de Irán, empezando por los británicos. En esta crisis más que ninguna otra, los extranjeros han tenido en cuenta ampliamente a los propios iraníes, ya fueran periodistas o ciudadanos. A causa de la forma irregular en la que esas informaciones salen del país, es imposible confirmar las historias y los vídeos. ¿Cuánta gente se sube a los tejados de Teherán cada noche para cantar Alá es grande? ¿Cuánta gente en Teherán y Shiraz condujeron, como se ha informado, tan despacio como para bloquear el tráfico, haciendo sonar sus bocinas como protesta? ¿Y la gente está protestando contra los resultados de las elecciones o contra el actual gobierno de la propia República Islámica?

Un iraní de Teherán llamado Telmah Parsa, que escribe en el blog The Daily Beast, describe las diferentes reacciones ante la muerte de Neda Agha-Soltan, la de su propia generación y la de sus padres. Parsa y su hermano estaban indignados por el incidente, su madre pensaba que era la consecuencia natural de tragarse la propaganda de los medios occidentales. ¿Cuántas reacciones diferentes a lo que está pasando hay en Irán?

Más allá de esa división generacional, se ha escrito mucho sobre la divisón entre el acomodado norte de Teherán y el pobre sur de la capital, sobre que los habitantes del norte son seguidores liberales de Mousaví, mientras los del sur son conservadores partidarios de Ahmadinejad. La generalización probablemente se repite en otras ciudades, según su propia división socioeconómica. Y una vez más, uno de los vídeos más vistos en You Tube sobre protestas y fuegos en la calle, parece transcurrir al sur de Teherán. Una larga calle está llena de jóvenes holgazaneando, aparentemente esperando a la siguiente pelea. Una voz en off bendice sus acciones. ¿Son estas personas del sur de Teherán? ¿Son conservadores religiosos? ¿Apoyan a  Mousaví? ¿Quiénes son? ¿Qué espectro de opinión se recogería tras hablar con el millón de iraníes de la manifestación del pasado martes?

Son cuestiones que los periodistas difícilmente contestarán. Pero los observadores interesados necesitan las respuestas con mayor urgencia que la confirmación de si el ayatolá Akbar Hashemí Rafsanyan está manejando con éxito su estrategia para sustituir a Jaemeni como principal autoridad de la República Islámica. Miles de personas, en las redes sociales, han teñido las imágenes de sus perfiles de verde, para apoyar los que han llamado el levantamiento verde de Irán. Mucha gente ha colgado artículos de noticias y soflamas de libertad, y han pedido justicia a través de Twitter. Si los observadores mundiales quieren prestar un genuino servicio a Irán, deberían empezar por rellenar las lagunas de la información

La cuestión final es si la actual situación de Irán se decidirá por un gran acto desafiante por parte del pueblo o por un uso mayor de la fuerza por parte del gobierno. O si todo es puro espectáculo. Ha supuesto un considerable esfuerzo para ambas facciones no perder la cara a la disputa pese a que ambas han perdido vidas. El vergonzoso recurso a la rendición es anatema en las culturas de Oriente Medio. Así que, ¿quién cederá antes? Es algo que nadie sabe aún. Sólo hay una conclusión y es más un artículo de fe que un hecho: Irán fue glorioso una vez. Los iraníes dirían InshAllah, o "Dios quiera que sea glorioso otra vez".