El aislamiento del ser humano llega a la Mostra de Venecia visto por Herzog y Chèreau
- La Mostra exhibe dos filmes centrados en el aislamiento del hombre frente a su entorno
- Herzog lo hace desde la crítica irónica en 'My son, my son, what have ye done'
- Se ha convertido en la "sorpresa" tras la fría acogida de su otro largometraje 'Bad Lieutenant'
- En 'My son' cuenta con flashbacks la transformación del protagonista que mata a su madre
- Chèreau cuenta en 'Persècution' la historia de un joven distante acosado por un tipo extraño
La competición oficial de la Mostra de Venecia exhibió este sábado dos filmes muy distintos pero centrados en el aislamiento que sufre un hombre frente a su entorno, en un caso a través de la crítica irónica y el surrealismo de Werner Herzog y en otro con la profundidad sentimental de Patrice Chéreau.
Tras participar el viernes con Bad Lieutenant: Port of call New Orleans, Herzog se ha convertido este sábado en la "sorpresa" que faltaba en la sección oficial y en la figura omnipresente de esta 66 edición de Venecia, con dos largometrajes a competición y un corto -La Bohème- en una sección paralela.
Y tras el cine negro que no convenció en la sesión del viernes, el director alemán ofrece un segundo trabajo, a larga distancia del anterior, en el que se sitúa más cerca del universo de David Lynch (productor de la cinta) aunque con toques característicos de su cinematografía.
My son, my son, what have ye done es una historia con tintes de tragedia griega que cuenta a través de flashbacks la transformación de Brad McCullum (Michael Shannon), en un proceso que le lleva a asesinar a su madre, que es el punto de partida del filme.
Una casa rosa con flamencos como leit motiv para la decoración, al gusto de una madre obsesiva e hiperprotectora son elementos más que suficientes para entender las reacciones de un hijo desequilibrado y con un mundo interior retorcido y complejo.
Con diálogos divertidos, situaciones absurdas, escenas estáticas y personajes extraños, Herzog compone una película que recuerda a Lynch aunque con una estructura narrativa menos compleja y una puesta en escena más kitsch de las del director de Mullholland drive.
Todo el peso de la película cae sobre los hombros de Shannon, que ya demostró en Revolutionary Road su capacidad de interpretar a personajes con desequilibrios mentales a los que dota de la justa medida de locura y cordura.
Con secundarios de lujo como Chloë Sevigny o Willem Dafoe, la película resulta divertida y se ve con interés aunque el poso final deja demasiados interrogantes sobre una historia a la que le faltan elementos que le den la potencia necesaria.
Persècution, de Patrice Chéreau
Y frente a ese mundo irreal de la película de Herzog, el realismo de Persècution, no exento sin embargo de personajes que, a modo de voz de la conciencia, ayudan al desarrollo personal del protagonista.
Romain Duris (El albergue español) interpreta a Daniel, un joven bastante seco y distante en su trato con los demás, especialmente con su novia, Sonia -una Charlotte Gainsbourg que llega con el premio de interpretación de Cannes por Anticristo de Lars Von Trier.
Pero que, sorprendentemente, es voluntario en una residencia de ancianos y se preocupa por los demás más de lo que quiere dejar ver.
Daniel se ve perseguido y, en momentos, acosado por un tipo extraño que asegura estar enamorado de él, un Jean Hugues Anglade que se convierte en el elemento perturbador de la historia y de la vida del joven, aunque no necesariamente en sentido negativo.
La película explora las relaciones humanas a todos los niveles, algo habitual en las películas de Chèreau, como Intimacy, con la que Persècution tiene bastantes similitudes.
Y lo hace a través de un protagonista muy poco dotado para relacionarse con los demás, a pesar del esfuerzo que hace para lograrlo y que cree no encontrar respuesta en los otros.
Duris hace una interpretación un tanto forzada, mientras que Gainsbourg muestra una frialdad muy adecuada para su papel, aún a riesgo de resultar inexpresiva en la pantalla.
Una historia que se desarrolla en París pero que podría situarse en cualquier otra gran ciudad y en la que el paisaje exterior tiene escasa importancia, sumido en una oscuridad y en unos planos medios que lo borran casi de la imagen.
Profundidad sentimental e intelectual para una película que no llega a explicar con claridad el comportamiento de sus personajes y que se deja llevar demasiado por la búsqueda de la complejidad.