El secreto de los ojos de Ricardo Darín
- El actor desmenuza el peso de la mirada, de dónde ha sacado la suya y cómo la utiliza
- La de Darín "no es una mirada que actúa, es una mirada que vive", según Campanella
- Trueba cree que "es un actor que cuando miente, miente tan bien que te lo crees"
- Toda la información en el especial del Festival de cine de San Sebastián 2009
Discusión domestica en casa de Ricardo Darín. Su hija de, 16 años, "excelente persona, divina -dice el padre-, pero con un temperamento brrrutal", se le enfrenta:
-Papá, no me mirés así.
-¿Cómo te estoy mirando?
-Vos sabés cómo me estás mirando.
-No, no sé cómo te estoy mirando.
-Sabés perfectamente, vos sabés perfectamente cómo me estás mirando.
-Pero si yo no te dije absolutamente nada.
-No hace falta que me digas lo que opinás, yo ya sé lo que opinás cuando me mirás.
Darín es un actor que, "como los grandes actores de cine, te permite ver adentro de sus ojos", asegura Campanella, que lo ha dirigido ya en cinco largometrajes. "No es una mirada que actúa, es una mirada que vive".
Una mirada que tiene un peso fundamental en El secreto de sus ojos, que ha pasado triunfalmente por San Sebastián este domingo y donde "las palabras de todos los personajes dicen una cosa y sus ojos nos están contando otra historia", afirma el cineasta.
"Yo creo que las miradas son como un registro de ADN", señala el objeto de este estudio. Ricardo Darín recibe al entrevistador con una mirada acogedora, cálida, y durante la entrevista esos ojos claros transmiten complicidad en diferentes tonalidades. Cercanía. Ironía. Simpatía. Seriedad (dado el tema de la entrevista, no mucha).
"Nuestra mirada conecta con el tipo de vida que hemos llevado, con el dolor acumulado, con si lo hemos pasado o no bien, si lo estamos pasando o no bien. Con cuáles son nuestras expectativas -explica-, nuestros intereses, las cosas importantes para nosotros".
A los actores habría que prohibirles mirar
A pesar del cansancio de la promoción en San Sebastián, dos películas en dos días, que le ha llevado en algún momento a ocultar sus ojos tras las gafas de sol, la mirada de Darín no ha perdido chispa. Se nota que sabe el poder que tiene y lo utiliza.
"Pero todos lo hacemos -protesta-, no lo hago yo solamente", y en seguida se ríe de sí mismo y entra al experimento: "Los boxeadores no le pueden pegar a alguien por la calle, no pueden hacer abuso de su oficio porque eso está penado por la ley. A los actores también tendrían que tenerles prohibido mirar a las personas fuera de su trabajo". Y se parte de risa.
Pero no esquiva la cuestión. "Si uno pudiera condensar con algún aparato de mediciones especiales la energía que puede transcurrir en un cruce de miradas entre dos personas, en un instante, entre dos personas que se gustaron a primera vista, eso sería hot, muy hot, ¿o no?, porque todo lo que venga después puede ser más o menos, no importa, puede ayudar o perjudicar, pero ese instante del cruce de miradas puede ser electrizante, a mí es algo que siempre me ha cautivado". Y rompe a reír de nuevo.
¿Poder de seducción? "No, no, incluso hasta puedo ser víctima de eso, de pronto ser mirado por alguien y decir 'joder, cómo me está mirando'".
¿La mirada nace o se hace?
Quienes dirigen a Darín se deshacen en elogios con su capacidad de transmitir lo que el personaje es y siente. Y para que eso se produzca, "se tienen que dar dos cosas -dice Campanella-: que el actor realmente no esté pensando en su actuación sino en lo que está pensando el personaje y que tenga esa capacidad congénita, que no se puede estudiar ni aprender, de que los ojos comuniquen".
"Después, sí, es elegir el tiempo que está en pantalla -reconoce Campanella-, en qué momento está y todo eso, pero no es tan difícil. Yo sé que Ricardo está diciendo que el mérito recae en el director, pero yo le devuelvo la pelota. Preguntále, vas a ver qué te va a decir".
"El cruce de miradas entre Soledad [Villamil] y yo en la película -responde Darín- me parece más responsabilidad de Juan, no sólo como director y guionista, sino como editor, como montajista. Porque también la duración de la mirada es lo que le da su importancia y eso lo hace el editor, el montajista. Si la dejas medio segundo más, puede ser babosa. Si la dejas medio segundo menos puede ser inquietante".
Fernando Trueba, que lo ha dirigido en El baile de la victoria, considera que "es un actor que no miente, que todo lo hace bien, que cuando miente, miente tan bien que te lo crees, yo a Darín me lo creo siempre, es un monstruo".
"Si uno intentara actuar una mirada estaría muy cerca de sobreactuar -insiste el actor-, es decir, de ponerle de más. Y eso, después, quitarlo es imposible".
"Pero yo creo que si seguimos esa línea conductiva de análisis de la mirada podemos llegar incluso hasta los pies. Podemos llegar hasta los pies por el lado de adentro". Y se ríe con la mirada, y con todo el gesto, desarmando así al entrevistador. Frank Sinatra era 'la Voz'. ¿Es Ricardo Darín 'la Mirada'?