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Un año de ida y vuelta en América Latina

  • La esperanza depositada en barack Obama ha terminado en decepción
  • El golpe de Estado en Honduras, el acontecimiento del año.

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Obama apuesta por una nueva relación con Cuba

Un año de ida y vuelta. Así podría definirse lo que han sido, a grandes rasgos, los acontecimientos, los asuntos que han marcado la política latinoamericana en este 2009.

El año que concluye se inició cargado de expectativas en América Latina. La mayor era, como en otras partes del mundo, la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, que abría las perspectivas a un nuevo tipo de relación entre Estados Unidos y sus vecinos del sur.

El momento culminante: la cumbre de las Américas

El momento culminante, en cuanto a escenificación, de la nueva relación de Washington con los países latinoamericanos tuvo lugar en la Cumbre de las Américas, celebrada en abril en Trinidad y Tobago.

Un mediático Obama supo meterse en el bolsillo a sus homólogos latinoamericanos, incluidos los más recelosos, como el venezolano Hugo Chávez. El inquilino de la Casa Blanca recurrió a un nuevo discurso, en forma y en fondo, para explicar que se consideraba un igual al resto de los presidentes democráticamente elegidos y que Estados Unidos los respetaría estableciendo una nueva relación de respeto mutuo e igualdad.

Obama cautivó a su audiencia de presidentes que hace tiempo querían escuchar lo que estaban escuchando. Incluso hacia Cuba, el presidente estadounidense tendió una mano para iniciar una nueva relación con La Habana. Parecía que se abría, verdaderamente, un nuevo escenario. Pero poco después se inició el viaje de vuelta.

El golpe de estado en Honduras

El acontecimiento que más ha marcado el año en América Latina y que más ha influido en cuanto a los puntos de vista políticos, según el último latinobarómetro, publicado a finales de 2009, ha sido el golpe de Estado en Honduras que derrocó al presidente Manuel Zelaya. Ocurrió justo a mediados de año, el 28 de junio, y marcó el punto de inflexión a partir del cual la unanimidad despertada por Obama empezaría a romperse.

El golpe en Honduras ha supuesto también, en sí mismo, la culminación de un viaje de ida y vuelta. Después de años de consolidación, a pesar de sus muchas carencias, de los regímenes democráticos en América Latina de nuevo los militares irrumpían en la vida política para protagonizar un Golpe de Estado bendecido después y camuflado por otros sectores políticos. A partir de ahí, el fantasma de los golpes ha vuelto a hacerse presente.

La Comunidad Internacional reaccionó unánimemente condenando el golpe en Honduras y aislando al régimen de facto. Pero esa unanimidad se fue resquebrajando a medida que Estados Unidos ablandaba su postura y, finalmente, aceptaba la celebración de elecciones en noviembre sin la restitución de Zelaya y con el gobierno golpista enrocado en su postura de fuerza. La decisión de Washington de reconocer los resultados de los comicios ha roto definitivamente el consenso entorno al Golpe.

Las bases norteamericanas en Colombia

El otro gran asunto que ha marcado el año ha sido la decisión de Colombia de poner a disposición de Estados Unidos siete bases militares en su territorio. También un viaje de ida y vuelta. Tras años en los que la presencia militar estadounidense se había reducido en América Latina, al menos en el cómputo oficial, se vuelve a incrementar esa presencia. Algo que no ha gustado a muchos países latinoamericanos, a los que el pasado de intervencionismo estadounidense preocupa.

Tanto el tema de las bases en territorio colombiano como la evolución en Honduras han dado de nuevo armas dialécticas a Hugo Chávez y a los que, junto a él, el bloque de la llamada nueva izquierda, más recelan de Washington. Y aunque lo habrían hecho de cualquier forma, les ha dado argumentos para reafirmarse en su orientación política.

La cuestión de las bases ha marcado también un punto de inflexión en el camino hacia una creciente integración, sobre todo en América del Sur, y aunque Colombia se ha quedado muy aislada en este asunto, ha sido suficiente para que puedan reabrirse las grietas que se habían ido tapando. Unos barren para su casa y los otros para la suya.

Puede decirse que, un año después, la relación de América Latina con Estados Unidos ha vuelto donde solía. Los militares hondureños han demostrado que, al igual que en otros países, siguen siendo un factor de poder determinante y peligroso. Y la ensalzada integración latinoamericana vuelve a ser uno de esos deseos para el año nuevo, como el de dejar de fumar, que se desempolva ya más por rutina que por convicción.