La jornada electoral británica entra en su recta final con los conservadores como favoritos
- Las últimas encuestas elevan la ventaja de Cameron
- Los candidatos ya han acudido a votar esta mañana
- No hay datos de participación pero se observa más afluencia
- La avioneta de un candidato euroescéptico se estrella
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La jornada electoral en Reino Unido ha entrado en su recta final mientras las últimas encuestas señalan una victoria conservadora de entre 7 y 9 puntos, que aún le sitúan lejos de lograr la mayoría absoluta que evitaría que se diese un parlamento 'colgado', el primero desde 1974.
Aunque no hay datos oficiales de participación, los testimonios recogidos por los periódicos británicos señalan que riadas de votantes han acudido a los colegios electorales a primera hora de la mañana.
Más gente en los colegios electorales
Por ejemplo, interventores en colegios electorales de Londres como Chingford y Woodford Green han detallado al periódico The Guardian que han tenido el inicio de jornada más concurrido desde que recuerdan.
El alcalde de la ciudad, el conservador Boris Johnson, ha predicho una "enorme" participación mientras introducía su voto en el colegio electoral de Islington.
El hecho negativo de la jornada ha sido el accidente aéreo sufrido por el ex líder del Partido de la Independencia de Reino Unido y candidato por Buckingham, Nigel Farage, cuya avioneta se ha estrellado cerca de la localidad de Brackley.
Las heridas que ha sufrido no amenazan su vida, aunque él y el piloto se encuentran ingresados en un centro hospitalario.
La sombra del 'hung partiament'
Unos 45 millones de ciudadanos están llamados a las urnas en 50.000 colegios por todo el país. A las once de la noche se hará pública la única encuesta de la noche, encargada por la BBC a las empresas Ipsos MORI y NOP, que harán unas 16.500 entrevistas en 130 colegios electorales.
El problema es que, dadas las peculiaridades del sistema electoral británico, más allá de los porcentajes de voto lo importante será el reparto de escaños y saber si, en caso de una eventual victoria conservadora, ha logrado dar el giro necesario en los llamados asientos claves marginales.
El objetivo para los conservadores es lograr los 326 escaños que dan la mayoría absoluta, pero para ello necesitan lograr 116 diputados más, sobre todo a costa de los laboristas, un cambio que solo lograron con anterioridad en las elecciones de 1979, en las que venció Margaret Thatcher.
Los candidatos votan
Ahora el joven líder conservador, David Cameron, tiene que emular a la 'Dama de Hierro'. Precisamente él ha sido el primero de los candidatos en votar. Ha acudido a su colegio electoral de la circunscripción de Witney, en el condado de Oxford, reforzado por las encuestas publicadas e incluso por el apoyo expreso de los periódicos esta mañana (el más explícito ha sido el sensacionalista The Sun, que ha presentado a Cameron como el famoso cartel de Barack Obama).
"Me estoy sintiendo bien, lo dejaré en eso", se ha limitado a decir Cameron, que ha acudido a votar con su esposa Samantha.
Media hora después acudía a votar el actual primer ministro, Gordon Brown, acompañado de su esposa Sarah, que ha ejercido su derecho en el colegio de Noth Queensferry.
Minutos después hacía lo propio el líder liberal-demócrata, Nick Clegg, en el colegio de Sheffield Hallam, acompañado de su esposa, la española Miriam González.
Clegg puede tener un papel decisivo en el próximo parlamento si se cumplen los vaticinios de las encuestas. Las últimas hechas públicas esta jornada señalan que los conservadores han ampliado su distancia sobre laboristas y liberal-demócratas, que ahora se situaría en un mínimo de siete puntos y un máximo de diez.
Con todo, esta ventaja podría ser insuficiente, de forma que los eternos 'convidados de piedra', los liberal-demócratas, podrían tener algo que decir para formar el próximo Gobierno y ya tienen claro qué es lo que primero que dirían: reforma electoral para que sus votos cuenten lo mismo que los de los mayoritarios.
Y es que estas elecciones se han convertido en una curiosa paradoja sobre la democracia: mientras todos los indicios apuntan a una participación sensiblemente más alta que en los comicios anteriores -en torno al 70%, diez puntos más- esta movilización puede cristalizar en un país más ingobernable.
O, lo que es lo mismo, al escucharse la voz de más gente -una voz indecisa y susurrante- las costuras de un sistema anclado en tradiciones políticas y repartos electorales anclados en el siglo XIX pueden saltar para entrar de la noche a la mañana en el siglo XXI.
Buena parte de la responsabilidad se asienta en este hombre de ojos claros y políglota, casado con una española, defensor de la amnistía para los inmigrantes, ferviente eurófilo y ateo confeso.
El factor Clegg
Clegg hace ahora tres semanas cambió el guión de la campaña y precipitó debates que se han contenido durante décadas al otro lado del Canal de la Mancha tras ganar el primer debate de la historia de Reino Unido.
Aunque las encuestas muestran un cierto agotamiento del efecto que catapultó a su partido a la segunda posición -e incluso a la primera durante varios días- el éxito cosechado por su denuncia de un sistema bipartidista y viejo al que contrapuso un concepto de "justicia" basado en la reforma del sistema electoral ha marcado, para bien o para mal, la sucesión de acontecimientos que desembocan en esta jornada electoral.
Primero: ha puesto en evidencia para siempre un sistema electoral en el que un partido con los votos mal repartidos por todo el país puede quedarse con hasta 150 diputados menos que sus rivales pese a que estos tengan menos apoyos.
Segundo: ha rescatado para la política británica una idea que parecía enterrada para siempre: el pactismo. Si hace unas semanas, cuando los conservadores empezaron a perder fuelle, la idea de un parlamento 'colgado' se veía como una tragedia ajena a la tradición británica, ahora las encuestas señalan que muchos ciudadanos -especialmente los jóvenes- desean específicamente una cámara sin mayorías para que las decisiones sean acordadas.
Tercero: ha resquebrajado la idea de que la simple alternancia política es sinónimo de cambio. Si el conservador David Cameron había abanderado hasta la jornada del primer debate el concepto de cambio, la irrupción de Clegg le ha dejado en evidencia sobrepasando con su propuesta de reforma electoral y constitucional su plan etéreo de una "gran sociedad" británica.
Cameron, el favorito que se ha recuperado
Curiosamente, fue Cameron el que le dió la oportunidad a Clegg de saltar al estrellato político, al plantear los tres debates electorales -inéditos en la historia británica- como un duelo a tres y no como un cara a cara entre él y el primer ministro, Gordon Brown, cuya telegenia deja mucho que desear.
Sorprendido por el papel de Clegg, el líder torie -que ha renovado su partido y lo ha atraido a un discurso propio de la derecha moderna europea- ha sabido aterrizar a tiempo de su sueño de mayoría absoluta y ha replanteado su campaña, abierto ya a la posibilidad de gobernar en minoría.
Además, su actuación en el segundo y, especialmente, en el tercer debate, ha demostrado a buena parte de los británicos que desconfían de su partido que puede ser un líder convincente y seguro de sí mismo.
¿Y Brown?
Y, para terminar de enredar el puzzle, un fenómeno extraño recorre Youtube en las últimas 48 horas: un discurso de Gordon Brown el pasado lunes ante Citizen UK, la mayor organización de efensas de las libertades civiles, que también contó en otros días con la participación de Clegg y Cameron, de ahí que se conozca como el cuarto debate 'no oficial'.
Liberado de ataduras, Brown hizo el discurso más vibrante de su carrera política según sus propios críticos y cosechó aplausos y ovaciones que no tuvieron sus rivales.
"Cuando Demóstenes habló a las masas en la antiagua Grecia y los ciudadanos se miraron unos a otros y dijeron: Manifestémonos", declaró de forma solemne. Ahora a él y a sus rivales sólo les queda esperar que esa manifestación les sea favorable.