Obama resucita la reforma migratoria y reta a los republicanos en pleno año electoral
- Ve necesario una ley federal ante proyectos como los de Arizona
- Llamará a demócratas y republicanos para sacar adelante la ley
- EE.UU. "es un Estado de Derecho y un país de inmigrantes"
"Nuestras fronteras son muy vastas; no se puede resolver el problema de la inmigración solo con vallas y patrullas fronterizas". Con estas palabras el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha resumido las razones por las que cree "urgente" el rescate de la reforma migratoria, un tema que ha recuperado en su agenda política en su primera gran discurso sobre el asunto.
"Es necesario un sistema de inmigración para todo el país que refleje nuestros valores como un Estado de Derecho y un país de inmigrantes", ha declarado de forma solemne ante la Facultad de Diplomacia de la Universidad Americana, en Washington.
Obama ha considerado que la reforma migratoria se ha convertido en rehén de las "posturas políticas" pese a que detecta que hay un clamor popular que asegura que el actual sistema "no funciona", como a su juicio demuestra la división que ha provocado la polémica ley aprobada por el estado de Arizona.
"En todos los lugares la gente está expresando su frustración con un sistema que parece fundamentalmente roto", ha reconocido el líder estadounidense.
Equidistancia
Obama ha querido presentarse en una curiosa equidistancia: "La mayoría de los americanos son escépticos ante una amnistía pura y dura pero también ante que sea posible reunir y deportar a once millones de personas".
"Eso rasgaría el tejido mismo de la nación porque los inmigrantes que están aquí ilegalmente están cosidos intrinsicamente a ese tejido", ha añadido.
De hecho, ha recordado, "muchos inmigrantes ilegales que han crecido como americanos solo han descubieron su estatus ilegal cuando solicitaron entrar en una universidad o un trabajo".
Por eso, su solución pasa por un "planteamiento prácticom de sentido común, que refleje nuestra herencia y valores".
El plan de Obama es convocar a los líderes republicanos y demócratas en el Congreso y el Senado para preparar esta reforma, al estilo de la que impulsaron hace años el senador Ted Kennedy (demócrata) y John McCain (republicano), que finalmente no pudo ser aprobada.
Necesidad de apoyo republicano
"Muchos de los senadores republicanos que votaron entonces a favor ahora se retractan en un año de elecciones", ha recordado refiriéndose a las elecciones legislativas de noviembre. Uno de ellos es el propio McCain, senador por Arizona, que ha radicalizado su discurso para atraer a los votantes más conservadores.
Sin embargo, aunque los demócratas tienen mayoría en ambas cámaras, el propio Obama ha reconocido que es "una realidad política y matemática" que esta reforma no puede ir adelante sin el apoyo republicano, más aún en pleno año electoral.
La victoria política que ha supuesto la aprobación de la reforma sanitaria y, en los últimos tiempos, de la reforma financiera, han envalentonado al presidente de Estados Unidos, que afronta el más difícil todavía: hacer que los demócratas y los republicanos se retraten ante un tema que todos reconocen como fundamental pero que no se atreven a cambiar la ley para no incomodar a sus votantes.
Contra la ley de Arizona
Ante esta situación, Obama ha considerado "comprensible" que estados como Arizona hayan decidido legislar por su cuenta.
Sin embargo, ha advertido que estas y otras leyes estatales no se pueden aplicar "porque ponen más presión en presupuestos locales que ya están muy dañados" y, sobre todo, "violan los derechos de ciudadanos americanos convirtiéndolos en sospechosos simplemente por su apariencia".
"Necesitamos una ley a nivel nacional, nuestro objetivo es que las leyes nacionales funcionen para dar lugar a un sistema que funcione", ha recalcado.